Tubo de ensayo

12/enero/2019

 

René Delios

 

Ni que fuera una entidad de alto interés político o económico para la nación; aun con eso en la aldea se andan con mucha especulación para gobernar el estado más pobre y problemático del país, anegado de rezagos sociales y carencia estructural que, nos deja casi en todo al último de la media nacional, a falta de vías para el desarrollo.

Y es que si hay una entidad llena de contrates esa es Chiapas; su riqueza tiene contra espejo: la pobreza extrema: sus recursos no han beneficiado a su comuna en medio siglo de explotación a diario, y no ha habido incentivos reales para el desarrollo agropecuario y agrícola que no sean programas centaveros para campesinos subsidiados de siempre, para medio remediarles el hambre, mientras se les pulverizaba la tierra dotada, al repartirla entre los hijos.

Con todo y ese desafío social y los bajos presupuestos y pobres proyectos para nivelar el desarrollo integral de la entidad –que no hay ni para nivelar eso entre las entidades de la nación-, hay mucha expectativa con la nueva administración.

Ya sabemos que todos los funcionarios aparecen con la versonera de que conoce a su entidad y no es cierto: ninguno tiene clara la película, aun la recorran varias veces por años; sus problemas acumulados sobrepasan la capacidad del gobierno mismo, y más si se entrelazan o contraponen intereses creados, en un tráfico de influencias y corrupción política y administrativa que tanto le ha costado a ésta entidad, a la que por años no se le evaluó lo que se le envió -ni aún  ahora- y si es que la obra de que se trate se hizo con calidad, y a lo más llegamos a saber de escuelas o clínicas pírricas reportadas como concluidas y de mayor estructura, cuando como sabemos en esos hospitales y clínicas no hay ni homeprasol.

Mientras eso se define la guerra sucia en las redes -que no le llegan a la población pobre- a que nos referimos, nos refleja la pobre cultura política que tenemos, en una de las entidades con mayor rezago educativo para no variar, y que desde luego en la estadística es fácil de manipular, aun esa parafernalia de que “Chiapas despierta”.

En una lucha entre viejos clanes a través de sus exponentes, indistinto partido al que pertenezcan, todos sin excepción son parte de la misma clase política que ha estado en los puestos de dominio y decisión en la entidad.

Salvo excepciones casi todos provienen de clanes, grupos y familias que de siempre han estado en el poder, y cuya ascendencia es fácil rastrear y que denotan esa constante.

Roberto Albores, Armando Melgar, Alejo Orantes y María Elena Orantes, son parte de esa clase política predominante en Chiapas; Rutilio Escandón, Fernando Castellanos o Eduardo Ramírez no; son nuevos apellidos en el escenario político que buscaron la gubernatura y finalmente fue Escandón Cadenas el ganón.

No es parte de clanes tradicionales de poder.

Igual por eso fue el propuesto por la encuesta realizada internamente en Morena.

Sabemos que no ha todos los chiapanecos le satisfacen los resultados electorales y el cómo se están proponiendo las políticas de gobierno para resolver las necesidades de Chiapas en seis años, y aun con eso no hablan claro en ese sentido, diciéndole a la comuna estatal que, ni con el presupuesto de tres sexenios se resuelven las grandes necesidades del estado, y menos si se sigue con ese proteccionismo a que se ha acostumbrado a la improductividad subsidiada, y desde luego al corporativismo que detiene la evolución social y hasta al pensamiento crítico, si lo censura, que fue lo que pasó por décadas en que el reparto agrario fue manipulado y la lucha por la tierra costó sangre que aun reclama justicia, de vez en vez, como ese brote arbitrario en Chalchihuitán-Chenalhó, el asesinato de Mario Gómez y de Sinar Corzo.

Lejos está la frase aquella de “Chiapas, granero y yunque de la nación”, entre otras tantas hasta la pasada: “Chiapas nos une”, que por cierto, fue en contra del gobernante saliente.

Son slogan sin fondo, vacuos: la realidad de la entidad es otra, y su contundencia arrasa todo triunfalismo institucional aun el mejor deseo, el que por cierto no sirve para avanzar: sirve la voluntad, la convicción, la transparencia y no solo en el ejercicio público, sino también en la sociedad.

Si, de éste lado también hay que poner de nuestra parte pero ¿cómo?

Dejando a esa sociedad participar, pero no para ser mantenida a costumbre de siempre, incluso hasta de los empresarios que quieren también “papá gobierno”.

Eso ya no debería ser, pero parece seguirá siendo utilizado ya sin la explotación de la pobreza, al estilo del PRI.

Al menos eso es lo que se espera.