La obra comunista de Rivera, que se salvó del fuego, para caer en manos de Elba Esther

1/octubre/2015

obraHistoria exclusiva de La Silla Rota relata como ex lideresa del SNTE se encuentra en medio de un juicio civil para demostrar que la colección de más de 17 obras de arte no es de su propiedad.

Durante años despreciados por Rockefeller, ocultos incluso por su contenido ideológico, los lienzos de Diego llegaron hasta Luis Echeverría y tiempo después los obtuvo ‘La Maestra’.

La ex lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, se encuentra en medio de un juicio civil para demostrar que una colección de más de 17 obras de arte no es de su propiedad y que no usó dinero del magisterio para adquirirlas.

En la colección habría al menos seis cuadros – Defensa de la tierra de los trabajadores, Guerra mundial, Industria Moderna, La nueva libertad, Mussolini y Unión proletaria de Hitler– que formaban parte del mural Retrato de Norteamérica, integrado por 21 retablos que el artista mexicano más reconocido a nivel mundial, Diego Rivera, pintó en Nueva York en 1933.

La colección valuada en 30 millones de dólares también estaría integrada por trabajos de Francisco Toledo, Pedro Coronel y Gabriel Orozco, mismos que se mostrarían en el complejo arquitectónico que inmortalizaría a la maestra,  a la cabeza del magisterio: La Ciudad de la Innovación.

El hijo que nunca fue

“Enrique, le dije, tú y yo vamos a engendrar un hijo”, contó Elba Esther Gordillo, aquel lunes 19 de octubre de 2012 ante más de tres mil delegados del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que celebraban su Sexto Congreso Nacional Extraordinario, en Cancún, Quintana Roo.

Se trataba del último Congreso que encabezaría la maestra en sus 22 años al frente del SNTE, antes de ser detenida en febrero de 2013 acusada de la malversación de más de dos mil 600 millones de pesos, recursos del magisterio.

En aquella ocasión, la chiapaneca se refería a un proyecto faraónico que vislumbró como su legado y que el arquitecto Enrique Norten se encargaría de llevar a buen puerto,  “La Ciudad de la Innovación”, una obra para la que se había destinado un predio propiedad del magisterio de más de 40 mil metros cuadrados en la zona de Santa Fe, en la delegación Cuajimalpa.

“…Es un hijo que vamos a dar a nuestro país. Entonces hablamos de la ciudad de la educación, la ciudad del conocimiento hasta que concluimos con la Ciudad de la Innovación”, continuó la maestra con un Juan Díaz de la Torre –hoy su sucesor– a su diestra.

En la Ciudad de la Innovación habría una universidad, un hotel para hospedar a los delegados del magisterio, un teatro, la primera biblioteca de la mujer en Latinoamérica, un helipuerto –que es lo único que se logró construir–, un centro de investigación, un centro de estudios y un centro de innovación.

Elba Esther continuó diciendo que el arquitecto Enrique Norten prácticamente no cobraría por sus servicios y que Sam Pitroda, ex ministro Hindú de la Innovación, participaría en el diseño de la obra, la más moderna y sustentable del país, pues entre otras cosas generaría su propia electricidad.

Nunca se aclaró el monto destinado para el proyecto, aunque se sabía que se construiría gracias a las cuotas sindicales.

“Es una gran obra en la que Enrique Norten nos ha ayudado y en la que debemos puntualizar que si la obra no está para que ahora se las entregáramos es porque durante 12 años los gobiernos del Distrito Federal se han negado a darnos los permisos”, recalcó la maestra entre aplausos y vitoreos, incluidos los de Díaz de la Torre.

En la Ciudad de la Innovación o Ciudad del Conocimiento, como también se manejó el proyecto que sería entregado en 2015, habría algo más, quizá el corazón de la obra: una colección de arte valuada en más de 30 millones de dólares.

“La gran sorpresa y el gran regalo que de alguna manera nos hace la maestra a todos nosotros y al país, es que ha recuperado esos seis murales y los ha traído a México. Los murales están totalmente restaurados y están ahora almacenados junto con toda la demás obra de arte, que es muchísima, y que es parte de esta colección”, dijo el arquitecto en aquella ocasión.

Unas semanas después, Norten explicó que los lienzos fueron pintados por Diego Rivera por encargo de John Rockefeller en Nueva York, aunque posteriormente fueron destruidos por contener alusiones comunistas.

Según el arquitecto, el artista mexicano los volvió a pintar para un sindicato de costureras de Chicago, y Gordillo recuperó la mitad de esos los lienzos.

Sin embargo, la historia había sido mal contada. Antes de fallecer en febrero de este año, la historiadora, crítica de arte y biógrafa de Diego Rivera, Raquel Tibol refutó la versión de Enrique Norten, asegurando que nunca existió tal sindicato y que la única forma en que la maestra pudo obtener las obras fue vía el ex presidente de México, Luis Echeverría. Tenía sus razones para sostener tal teoría.

La Ciudad de la Innovación, quedó paralizada a raíz de la detención de la maestra, el 26 de febrero de 2013, por el delito de lavado de dinero y las obras fueron resguardadas en una bodega en la delegación Álvaro Obregón.