Editorial

11/agosto/2017

 

La noticia de vínculos delictivos entre Julión Alvarez y Rafael Márquez con Raúl Flores Hernández, apodado en el ambiente delictivo del narcotráfico como “El Tío”, se volvió mediático y viral, y desde luego le dio la vuelta al mundo por la fama de que gozan ambos personajes de los que, la opinión pública en general dice “¡Qué necesidad!”, pues se supone que el cantante y el futbolistas son gente de éxito, y que no tienen ninguna necesidad económica.

Tras su detención el pasado 20 de julio, Raúl Flores Hernández “El Tío” fue visitado en diversas ocasiones en el Reclusorio Sur por agentes de DEA, con quienes habló de su amistad y negocios con el futbolista Rafael Márquez, confirmaron funcionarios de alto nivel que siguen de cerca el caso.

Durante los encuentros el capo nunca identificó al futbolista o al cantante Julión Álvarez como prestanombres de su red de narcotráfico la cual fue señalada por la Oficina de Control de Bienes de Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Esos señalamientos, que no fueron hechos ante las autoridades mexicanas –lo que extraña-, únicamente hacían referencia a los negocios que tenía con ambos personajes y la amistad que entabló en especial con Márquez durante muchos años.

Flores Hernández incluso les aclaró que sus socios desconocían las actividades criminales que realizaba; mientras que con el cantante el vínculo se mantenía a través de sus contadores, los cuales también desconocían que su socio era narcotraficante.

Flores Hernández ya había sido detenido en 2013; en ese tiempo se ofrecía una recompensa de 5 millones de pesos por información que ayudara a capturarlo, pero un año después fue liberado, hasta que se volvió a conocer de él, y su labor independiente, aunque mantenía alianzas estratégicas con el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, además de otros grupos en Sudamérica.

El punto es que si no hay denuncia formal, como se puede acusar sin importar desprestigiar a una persona.