Tubo de ensayo

27/diciembre/2019

 

René Delios

 

Tenemos enfrente a un 2020 que esperemos que no sea más de lo mismo en ésta nación de demagogias acumuladas en el siglo y de demencias yuxtapuestas a conveniencia por los políticos de todas las tendencias ideológicas, pues de lo contrario, México fuera otro.

Digo, porque ya se dieron cuenta que en dos décadas ya le experimentamos con todos: con los doble cara del PAN, con los “corruptos” del PRI y ahora con los renovadores de la centro izquierda moderada, sin energía para hacer valer la ley pues, de aplicarla, tanto Fox, Calderón como Peña, ya estuvieran en la cárcel.

Si eso de la cuarta transformación fuera cierto, en una revisión de formalidades incluso a la burocracia, no pocos dirigentes sindicales de todo tipo de dependencias ya estuvieran en la sombra: cuántos no han caído en corrupción de “si el jefe lo hace porque yo no”, o aquella máxima: “a mí pónganme a dónde hay”.

Casos hormiga, por miles, a diario –la corrupción sigue, aún está presente por todos lados- como ejemplo cualitativo de que no solo en el gobierno están los corruptos; de acá, de éste lado también, pues la aceptamos en cuanto la fomentamos y, desde luego, nos desgarramos las vestiduras en Facebook cuestionado de todo, a favor y en contra, de manera absurda y hasta grotesca, y en cierto modo nos parecemos a aquellos que mandan bendiciones  a nombre de su Dios, y no dejan de estar afectando a terceros todo el tiempo, de manera sucia y abusiva, pecando a conveniencia.

Deslizamos –a modo- toda la enorme corrupción de –para que más retrospectiva- dieciocho años y acusamos que las cosas están peores ignorando a modo que, a inicio de sexenio en éste país se pagan los errores del anterior, y en ésta recepción se recienten los efectos de tres malos gobiernos: en materia de corrupción con Fox –que no castigó el Fobaproa de Zedillo-; inseguridad con Calderón –García Luna permitió la filtración del narco en las corporaciones policíacas federales-; y quiebra económica con Peña –que especuló confiando en la economía de mercado con sus reformas estructurales en vez de promover la productividad con tecnología-, y ahora esos efectos dicen, son consecuencia del gobierno amlista.

Igual no la resuelve en un sexenio, pero esta situación no es culpa de AMLO; así recibió el país, y se agudiza porque se aprietan las rutas financieras del crimen organizado: dos mil cuentas canceladas, casi siete mil millones de pesos decomisados… ¡no pueden estar contentos!

Imaginan si se actúa con violencia en contra de esos grupos.

Lo que sí creo es que van a subir los tonos, las consecuencias, las desgracias: no están contentos esos compas.

Y desde luego va a ser material para los que quieren otra vez a los Beltrones del PRI, a los Velascos del Verde, a los Anaya del PAN, a los Chuchos del PRD o a los Dantes del MC, en las gubernaturas, la presidencia, las diputaciones y las alcaldías, porque “esos sí salpican”.

Todos esos van a tener chance de volverlos a poner con su voto en 2021 –y pueden hacer un ensayo en 2020-, si es que es cierto eso que la 4T va a la baja, y no es mera “memespeculación”, como le llaman ahora.

En los próximos 4 años se realizarán 30 elecciones estatales; habrá en 2020, y para gobernadores en 2021 y 2022, aparte de las homologadas con las presidenciales en el 2024.

El año próximo Coahuila e Hidalgo convocarán elecciones estatales para elegir diputaciones locales y ayuntamientos, respectivamente; para 2021, trece estados elegirán nuevo gobernador; además, se realizará la elección de diputaciones locales (11) y ayuntamientos (9). En 2022, seis entidades escogerán nuevo mandatario Estatal; el siguiente año –o sea, 2023- Coahuila y Estado de México cambiarán de gobernador.

Y “la grande”, en 2024, en que nueve estados votarán por nuevo gobernador, siete renovarán congresos y municipios, incluyendo Chiapas que tiene homologada sus elecciones con las federales incluso las intermedias.

Así que, escenario para derrotar a la 4T hay y bastante; pero es el mismo que puede usar Morena para consolidarse pues, hay que precisar algo: una cosa es la 4T como gobierno derivado de Morena, y otra el partido. La mal llamada 4T es un programa gubernamental, un eslogan triunfalista que a la vieja usanza de los priistas busca enquistarse en la historia como el cuarto proceso transformador luego de la Independencia, La Reforma y la Revolución; el último que intentó algo así fue José López Portillo, con aquello de ser el último “cachorro de la revolución”, pues los caudillos habían sido los fundadores del PNR, que pasó a ser luego el PRI, el tricolor, el institucionalismo a ultranza, la característica distintiva de la política mexicana, crío del famoso presidencialismo mexicano que, por lo que se percibe en las cámaras federales y entidades morenistas, sigue vigente.

Pero con todo y eso esperemos que el 2020 sea un buen año de prosperidad, porque de tranquilidad lo dudo.