Tubo de ensayo

27/mayo/2017

 

René Delios

 

De poco interés para la opinión pública, por la propia vorágine de la política, el intríngulis que implica, y los sucesos de éste Chiapas a veces conflictuado, hay cosas que se pasan por alto en el ámbito cultura.

Pero en la revisión de los archivos me encontré con las recientes reformas a la Ley de Desarrollo Urbano promovidas por el diputado Carlos Penagos Vargas.

Pero también con que los reconocidos cronistas Fernán Pavía Farrera, José Luis Castro Aguilar, Marco Antonio Orozco Zuarth, así como Oscar René Pacheco López representante de EXATEC, una organización de escala importante, en términos de ciencia y cultura, que reconocieron la importancia de estas adecuaciones jurídicas.

Tiene tiempo que los cronistas de antes y de ahora han insistido en la importancia de preservar el patrimonio cultural, a veces inmaterial, otras material milagrosamente preservadas, “porque con ello se coadyuvará a salvaguardar el patrimonio cultural de las ciudades chiapanecas”.

Y de cualquier parte.

Hablamos del famoso “El Magueyito”, emblemático, fotos sin nadie hay sobre esa construcción que no es una escultura pero que, permanece pese al desarrollo urbano, y que ignoro de quien fue la foto en que se ve su esplendor y al fondo –sin casas de por medio- el templo católico de “El Niño de Atocha”.

(Recuerdo una plática sobre eso entre Ramón Rosemberg Mancilla y Enoch Cancino Casahonda –Rodrigo Núñez presente, en los pasillos de la alcaldía tuxtleca-, y la polémica entre ellos de sus colores originales en cuanto a los tonos intensos o tenues, de El Mageyito, y que finalmente algún gobierno municipal no tan lejano, resolvió arbitariamente pintándolos con infame textura de aceite)

Dice el comunicado que ya es un patrimonio Cultural de Tuxtla Gutiérrez, y los encargados de llevar los registros históricos mencionados líneas arriba, coincidieron en señalar que de esta forma se garantiza la protección,  preservación, y resguardo de sitios, monumentos, edificios simbólicos y representativos  que le han dado identidad a nuestros pueblos, se hace resguardo con ésta ley.

Ciertamente, pero cuesta un varo: en alguna parte de mi familia hay y hubo anticuarios, y raspar el Magueyito es cosa sería para buscar sus colores originales.

No me esperaba una reacción así de Carlos Penagos Vargas, quien preside la Junta de Coordinación Política del Congreso estatal, que muy aparte de rechazos y coincidencias, celebro, neta, me sorprendió.

Lo celebro en lo personal.

De la fuente “El Magueyito”, el doctor Pavía Farrera dijo que representa una parte de nuestra historia viva, o sea palpable.

Miles pasan por semana por esa fuente a pie o en auto.

Dice el afamado galeno que originalmente tenía el nombre de “Juy Juy” que en lengua zoque significa “Arboles de Totoposte”.

Quien le cambió el nombre, se perdió: igual fue el pueblo, y eso es lo valioso: “El Magueyito” en alusión a esta planta.

Dice que era lo que se sembraba por esa zona antes lejana del centro de Tuxtla; hoy en el primer cuadro de Tuxtla.

Sirvió –en su momento estelar- para surtir de agua a  los barrios de Tuxtla Gutiérrez:  “era común ver  a las mujeres lavando ropa y  los paseos familiares  en el río Sabinal”, rememoraron los cronistas de Chiapas.

Es fundamental esa ley: es el mejor sinónimo de identidad para pueblo que se quiera reconocer.

No conozco las particularidades intelectuales de Penagos, igual como periodista lo he visto un par de veces, pero este escribidor de bodrios que no es tuxtleco, pero que se adoquinó en esta capital 32 años ya, le dice que no se le ha ocurrido eso a alcalde alguno de ciudades no consideradas patrimonio cultural de la humanidad o pueblos mágicos.

Todos los pueblos antiguos, tiene  algún algo que preservar, de identidad.

Hago un alto meritorio, señor Penagos.