Tubo de ensayo

26/abril/2017

 

René Delios

 

No es reciente que Andrés Manuel López Obrador sea objeto de ataques o de plano campañas bien orquestadas para reducir la simpatía popular que en realidad tiene, y que ha generado la posibilidad de triunfo a grado tal que el secretario de economía de EU, dijo que poco convendría un gobierno de izquierda en México.

Pero eso de que sí es malo o bueno que gane, pues será decisión de las mayorías que votemos en 2018.

Lo que sí es claro es que López Obrador es un político, no un profeta.

No es hacedor de milagros, como no lo son los otros aspirantes visibles por ahora que buscan las candidaturas de sus partidos.

En eso los mexicanos debemos estar bien claros. No alcanza un sexenio para remediar los males existentes en el país, que solo tienen que ver con una actividad implícita en el modus operandi en el ejercicio del poder en todos sus niveles: la corrupción.

Al señor López lo atacan por cualquier pretexto, como se ve en los medios impresos y electrónicos y obvio en redes; no sucede así con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, pero al mandatario mexicano no le va muy bien entre la voz populi, y sus índices de popularidad son los más bajos registrados por presidente alguno.

Desde que el diario El Universal dio a conocer el video de la diputada jarocha en dónde aceptaba una lana para AMLO, la oleada detractora expandió la idea de que así eran sus financiamientos.

Igual y sí, pero no hay pruebas, como no la hay de que ese varo lo haya recibido de manos de la sindicada, quien dice lo regresó a los donadores, y no hay más evidencia más que la especulación.

De lo que sí hay evidencia es que las demandas de México y los mexicanos no son cosa de un sexenio, y que desde luego no se resuelven a pecho interno, sencillamente porque ni hay las condiciones económicas para ello, y menos la infraestructura de desarrollo que presumen en la presente administración, en un país que aun padece condiciones de pobreza extrema en sus habitantes, y una corrupción que afecta todos sus ámbitos administrativos, los que brotan en dónde menos se esperan, con una frecuencia viral que reitera que, la corrupción está vigente.

Hay un punto claro que no aceptan los seguidores del tabasqueño: el Movimiento de Regeneración Nacional es un partido político con los mismos vicios que los demás.

Ex priistas, ex perredistas y demás secuelas, llegaron a éste con sus intereses en el bolso.

Y es que observando, en Morena hay ex del PRI, PAN, PRD, PT, PVEM y hasta Panales; gente que se ha servido del erario toda la vida.

Personas de ambos sexos que saben operar aunque a veces, la rigen como la diputada veracruzana y ex candidata por Las Choapas, Eva Cadena.

Así que López ya no puede escupir para arriba; contrariamente debe otear allá abajo, entre sus militantes, sus seguidores, y seguramente redefinirá su determinación de candidatos para 2018.

Debe decidir entre los que le den varo o votos. El problema es que ambas cosas son necesarias para ganar la presidencia.