Tubo de ensayo

22/abril/2017

 

René Delios

 

Era de esperarse que el líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, llame a las autoridades federales a ir a fondo en las investigaciones contra el dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador y sus posibles nexos con el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte.

Para Ochoa, se trata de documentar y castigar en su caso, su “hermandad criminal y electoral”.

Luego de que el gobernador veracruzano, el panista Miguel Ángel Yunes denunciará que Duarte le daba millones a Andrés Manuel, el líder o dueño de Morena señaló que seguramente lo tratarían de implicar en el caso del ex gobernador, y como muchos otros embistes que le han hecho, lo minimizó.

Pero Ochoa insiste: “Que quede claro, no puede ni debe haber mantos protectores para nadie”.

Falta que el dirigente nacional panista, Ricardo Anaya, le haga eco a su gobernador jarocho, y desde dos frentes empiecen las embestidas desde ahora en contra del que es considerado el posible ganador de la contienda de 2018, al que podrían detener si se le finca responsabilidad judicial en el usufructo del varo veracruzano, y en una de esas existe la posibilidad que negocien en algo con el inculpado atrapado en Guatemala, para que afecte al tabasqueño.

Lo que sorprende es que Ochoa acuse como sabiendo que lo dicho por Yunes es cierto: “La complicidad de Duarte con López Obrador se debe señalar, se debe castigar”, de acuerdo al video hecho circular en redes.

No es Ochoa un ejemplo de transparencia, luego del cómo sin antecedentes partidistas a destacar llegara a la dirigencia nacional del tricolor, en medio de la inconformidad de los cuadros distinguidos de ese partido, aspecto que se observa en la poca presencia que tiene entre los cuadros regionales aun  haya recorrido el país en dos ocasiones.

Obvio es que el ex director de la CFE, llegó desde un lineazo central a la dirigencia, al estilo impositivo del priismo, que no quiere dejar atrás las viejas mañas que lo han llevado a ser un partido alternante incluso en la presidencia, y en no pocas entidades del país, en dónde cayó en 2015 y 2016, incluyendo Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, precisamente ante el PAN, y cuyos gobiernos entrando empezaron la persecución en contra de Javier y Cesar Duarte, y por supuesto Eduardo Borge.

Todos priistas.

Referencia de la corrupción, el priismo se lava las manos ante la actuación de los candidatos que en su momento cobijó, e incluso acuerpo en funciones, pese a las denuncias que desde todos lados de sus estados, hacían organizaciones civiles y sociales e incluso trabajadores, sobre retrasos en sus pagos quincenales incluyendo las cuotas al IMSS, ISSSTE o INFONAVIT, y un buen de etcéteras.

Ochoa Reza dice que AMLO está obsesionado por alcanzar el poder que se le ha ido en dos ocasiones; la verdad si no fuera político pues para qué está en una dirigencia si no es por poder.

Lo mismo sucede entre los que aspiran en cada partido: quieren el poder.

La pregunta popular es ¿Para qué?

Porque lo que hemos visto hasta ahora es decepcionante.