Tubo de ensayo

30/enero/2020

 

René Delios

 

Nada, ni las frases mejor hechas, ni el texto mejor redactado a favor del gobierno de que se trate cambia la realidad social -sea chiapaneca o mexicana-, que nos mantiene en la incertidumbre del ya merito de un supuesto desarrollo.

 

Desde el siglo pasado se ha alimentado la idea de que los EU han sido los grandes explotadores de América Latina; que sus transnacionales saquean y explotan las riquezas de los países y el trabajo latino, tal como sucede en su país con los braceros, mojados, ilegales, cerdos y otros tantos adjetivos que los racistas y xenófobos de ese país, han usado para definir a los migrantes.

 

Entender que es cierto en parte, advierte o redescubre que obvio desde dentro de cada nación latinoamericana se permitió que creciera la corrupción que hasta impuso dictaduras en nombre de la democracia, la incertidumbre a nombre de la justicia, la inseguridad y el desempleo en consecuencia, que obliga hoy a migrar a decenas de miles como sucede ahora en Centroamérica.

 

En el caso mexicano se dio a falta de una responsabilidad social y honradez de los gobernantes que, hasta la fecha, siguen tomando dinero que no es suyo, o tomando determinaciones a modo sin que éstas sean de verdadera cobertura social, en una nación que por ahora no tiene dinero ni para la corrupción de los corruptos.

 

Pero cuando hubo, cuando se pudo, se lo robaron y aún recién, que causó que millones de mexicanos pagarán las consecuencias y eso es casi lesa humanidad o mínimo una traición, como debería de catalogarse ya, a la corrupción en el sector administrativo.

 

En medio de todo esto la procuración como la administración de justicia debe crecer en credibilidad. La suciedad de la justicia va al parejo de la corrupción misma; ese oxido tiene un largo historial de presos políticos o de conciencia que en muchos casos también sucedía en la clase política cuando uno de ellos “caía en desgracia” y era el chivo expiatorio para remediar las culpas del mandatario en turno.

 

Experiencias sobre eso hay millones de fojas, como varios han sido los mandatarios que últimamente han pisado la cárcel en el presente siglo o son perseguidos por la justicia.

 

De ésta manera han sido encarcelados Andrés Granier, Guillermo Padrés, Borges Rodrigo Medina, mientras sigue prófugo César Duarte.

 

En todos los casos sobre éstos gobernantes se dieron voces de alerta en su momento que no fueron escuchadas por el gobierno federal de entonces.

 

Eso sucedió en Veracruz y aun las luces que indicaban el peculado más escandaloso del país en el presente siglo, no se actuó en contra del entonces gobernador.

 

Y es que no hay de otra: si el responsable del gobierno es corrupto, lo es toda la estructura por añadidura. Con todo y eso, cada año, éstos señores “informan” al pueblo de sus logros cuando éstos no se ven, no se sienten como tales en el ánimo social.

 

Hoy más que nunca los informes de gobierno por ejemplo, ya son de trámite, un boletín informativo y ya, sin la parafernalia de lucimiento que hoy hasta les conviene, porque los más no tienen qué informar, porque no hicieron gran cosa, no solo por lo los magros presupuestos, sino también por las determinaciones equivocas, arbitrarias, de pobre beneficio para las masas.

 

La clase política carece de credibilidad y eso, neta, se lo han ganado a pulso.

 

Recuperar la credibilidad del pueblo de México –Morena ganó por uno, no por sus siglas- va a ser tan difícil; los gobiernos tienen que demostrar no en informes sino ante la precepción social, que en verdad existe ese cambio que pregonan.

 

Muy aparte del combate a la corrupción, de exhibir a los anteriores gobiernos –al parecer no en busca de justicia, sino con fines electoreros-, ya no es suficiente; los beneficios deben de sentirse en la percepción social, insisto, no verse en el boletín de gobierno, no en la referencia del presidente cada mañana.

 

Los beneficios deben ser palpables, en la mesa de las familias, ya, sin retóricas.