Las crónicas de un continuo despertar

30/marzo/2020

 

Arít León Rodríguez

 

Dos gobernadores hasta el día domingo han sido diagnosticados oficialmente con COVID-19.

 

No es de extrañarse puesto que hemos sido vistos como imprudentes por todo el mundo cuando nuestros políticos tienen que alinearse a la visión populachera de nuestro presidente, que hasta la semana pasada continuaba saludando gente y besando niñas y bebés al por mayor de manera oligofrénica.

 

Es un tropiezo que pone en que pensar, si consideramos que en efecto mucho del gabinete presidencial está conformado por personas de edad adulta mayor, población de riesgo para dicha enfermedad, presidente incluido.

 

Nos dejemos de niñerías y consideremos que nuestra población real, esta preocupada, la gente que trabaja y usa transporte público, la que vive al día, bajo el sol, con quincenas inferiores a tres mil pesos, quienes a duras penas pueden pagar la luz y el comprar antibacteriales, cambiar la ropa tras cada exposición riesgosa, quienes no tienen ni cubrebocas pese a trabajar en áreas ligadas a la salud, no son las que salen de manera irresponsable a contagiar.

 

El sector nocivo para la nación ha sido la gente que menosprecia el riesgo de quienes no tienen la capacidad de encerrarse en casa un mes, ni siquiera cuatro días, han sido aquellos que han viajado a mil espacios contaminados y regresan al país para pasear y por la tarde irse al brunch con sus amigas, quienes consideran la cuarentena un tormento aburrido, un espacio de meditación y supercherías.

 

Estamos conscientes de que mucha población va a salir a trabajar con fiebre, con malestares, con tos, puesto lo hacen con cánceres terminales, con gota, con glaucoma, con VIH y mil enfermedades más, no hay otra simplemente.

 

Entonces, la solución no es atacar a quienes no tienen opciones, es activar su economía, justamente en estos momentos es cuando los respaldos alimenticios que en otras épocas eran el placebo de los gobiernos, serán necesarios.

 

Sabemos que mucha gente podría no llegar a término de este año, las cifras no mienten, pero aun cuando nos digan que los porcentajes no son definitivos, que la población varía en su respuesta inmunológica y demás, el temor ante lo que no conocemos está generando caos en nuestras proletarias cabezas.

 

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Le recuerdo que no solo de Coronavirus podemos enfermar en estos días.

Existe un brote de sarampión en el país, y le recuerdo, que es una enfermedad mortal si no se atiende y contagia a infantes y a adultos mayores.

 

Cheque su carnet y el de sus hijas e hijos. Con Peña Nieto esa vacuna no se aplicó en muchos casos porque, simplemente, no la compro o no la distribuyeron.

 

Pendientes por ahí, porque entre eso y el movimiento antivacunas estamos con riesgo de contagios y muertes por todo el país.

 

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No voy a redundar mucho: la muerte de la bebé en el Muñoa es una de tantas muestras del trato infame que reciben muchos de los trabajadores y trabajadoras el ayuntamiento en el sector de salud subrogado.

 

Les descuentan hasta 600 pesos mensuales para atención y servicios médicos y el trato, vaya, deja muchísimo que desear en los hospitales a los que les envían en caso de algún padecimiento después de pasar MIL filtros -entre ellos tener que obtener una vigencia mensual para acceder al servicio- sin la cual si acudes en medio del caos de una emergencia, no son atendidos.

 

Han sido varios los bebés muertos en manos de este servicio mal logrado, de la negligencia y permisividad municipal.

 

Sus trabajadores no tienen un buen servicio médico, ni seguro social, y mucho menos infonavit.

 

No quiero imaginar si un pobre empleado acude a algún hospital subrogado al ayuntamiento tuxtleco con síntomas de COVID. Me imagino que para ellos, no habrán camas, ni atención, ni intención.