Las crónicas de un continuo despertar

8/julio/2017

Arít León Rodríguez

Hubo una época, para nuestra profunda vergüenza no muy distante, en que la homosexualidad era considerada como una enfermedad y estaba incluida en los manuales de psiquiatría como un trastorno mental más.
Como otros problemas psiquiátricos, se pensaba que esta “alteración de la conducta” podía curarse con diversas terapias y tratamientos. La investigación científica y el paso de los años se han encargado de desmentir estas ideas.
En 1886, el psiquiatra alemán Richard von Krafft Ebing incluía en su libro ‘Psychopathia Sexualis’ la homosexualidad como una “perversión sexual” y le atribuía un origen hereditario. Sigmund Freud, reflexionó mucho sobre la homosexualidad y, entre otras cosas, la caracterizó como el resultado de un conflicto durante el desarrollo de la identidad sexual.
En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) decidió eliminar la homosexualidad del ‘Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales’ (DSM) y urgió a rechazar toda legislación discriminatoria contra gays y lesbianas. La acción vino motivada tras una completa revisión científica sobre el tema.
La Asamblea Mundial de la Salud (OMS) eliminó de la lista de enfermedades mentales la homosexualidad el 17 de mayo de 1990. Coincidiendo con esta fecha, se celebra cada año y desde el 2005 el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia.
Conocida también por sus siglas en inglés IDAHOT (International Day Against Homophobia, Transphobia and Biphobia), este día pretende hacer pública la falta de libertades de estos colectivos, al mismo tiempo que presiona a los líderes mundiales para que mejoren los derechos de todas estas personas.
Más de 70 países criminalizan a día de hoy la homosexualidad, imponiendo para ellos incluso penas de cárcel o muerte. Por suerte, iniciativas como el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia pretenden mejorar la situación de todos los ciudadanos del mundo, independientemente de su género o tendencia sexual.
Esta campaña pone el foco en los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los intersexuales y los transexuales, sin tampoco olvidar al Tercer Sexo o Genderqueer, aquellas personas que no se consideran mujeres ni hombres.
En 2017, la OMS también pide respeto y apoyo a todas las familias LGBTIQ, trabajando día a día para fortalecer la visibilidad de todos los miembros, directos o indirectos, de estas comunidades.
Es lo que no quieren entender los elementos del Frente Nacional por la Familia, que existen personas que son ciudadanas, que ser homosexual no es delito, que no pueden determinar a otras personas desde sus propias ideologías.