Las crónicas de un continuo despertar

23/mayo/2017

 

Arít León Rodríguez

 

Nosotros, quienes acusamos a otras personas de discriminadores, somos el claro ejemplo de la incongruencia.

Hace unos días, un sujeto caminaba por las calles libre mientras insultaba a mujeres y niños y lo grababa con su móvil para subirlo a redes, diciendo que somos una raza inferior y demás comentarios xenófobos que pudieron surgirle por la mente.

Lo grave no es que Aleksei Makeev, de 43 años anduviera por las calles agrediendo personas, si no que lo hiciera tanto tiempo sin consecuencias ante las autoridades mexicanas, que una vez mas ven el resultado de su ineficacia.

La gente se lo tomó a pecho y lo ocuparon como el desfogue de una de sus tantas iras.

Llegando a su casa, invadiendo su espacio y golpeándole hasta dejarlo comatoso fue el resultado de que nadie hiciera nada contra las acciones que Makeev realizaba diariamente.

La pregunta es: ¿Cómo es posible que un  sujeto con antecedentes de agresión en otros países pudiera estar tan seguro y relajado en el nuestro? Este sujeto de origen ucraniano, ya había sido detenido en Rusia, e internado durante un mes en un hospital psiquiátrico para estudios mentales, los cuales arrojaron que no tiene ni una pizca de loco.

Solo es un sujeto violento que ama la atención y agrede a quienes considera que no pueden responderle. Salvo este fin de semana, en el cual apuñaló a un joven de 14 años que estaba en la revuelta y entro a su casa, recibiendo una estocada directa al pecho.

De ello, las autoridades no mencionan nada. Solo dicen que el ucraniano esta grave, estable pero grave. Que probablemente quedará inmóvil de la mitad del cuerpo, y que será regresado a su país.

Mató a un mexicano –que se metió ilegalmente en su casa y aunque duela, actuó en legítima defensa- agredió a otros tantos y mencionó violar a una mujer.

Lo vergonzoso es que, podemos saber de miles de mujeres agredidas por sus mismos compatriotas, niñas violadas por sus vecinos, hombres agredidos por otros hombres por sus elecciones sexuales, mujeres pariendo en la calle por falta de atención médica, y nadie hace nada.

Nosotros mismos, discriminamos a nuestras compañeras mujeres y hasta agredimos a las que exigen respeto, pero nos creemos patriotas y congruentes al linchar a un extranjero que hace justamente lo que nosotros hacemos, sin usar cámaras.

Es decir, el hizo lo que hacen muchos otros hombres mexicanos contra mujeres mexicanas, en México, pero si es entre nosotros, no pasa nada, ¿o si?