Editorial

9/junio/2017

No pocos panistas comentaron o filtraron que desde las sombras que el PRI quería negociar la llegada del panista Guillermo Anaya a la gubernatura de Coahuila a cambio de que los senadores y diputados blanquiazules aprobaran varias iniciativas, la de Seguridad Interior primero, en un extraordinario.

Enterados del comentario, Emilio Gamboa y César Camacho salieron a responder con un tajante “la gubernatura de Miguel Ángel Riquelme en Coahuila no está a negociación… Menos aún la de Alfredo del Mazo en el Estado de México”, advirtieron.

¿El PAN, Morena, otros dicen que hubo irregularidades, que fue un cochinero, que se deben anular?

La verdad eso se tiene que demostrar, como dijo César Camacho al reiterar que el PRI siempre respetará la legalidad.

Gamboa indicó: “esos triunfos son inobjetables”, y agregó: “En Coahuila votó el 60% del electorado, y del total de los votos, 40% fueron para el candidato priísta Miguel Ángel Riquelme, agregó que: “Con marchas no nos van a hacer perder la elección; ya basta de que, cuando un resultado no le favorece, el PAN salga a alegar fraude, y cuando gana, entonces la contienda es democrática”.

La verdad es tan fácil para los derrotados acusar de irregularidades, de fraudes, de tantas cosas, e irse a tribunales estales e incluso al TRIFE, y aun se les aclare que perdieron, mantienen esa vigencia de fraude electoral sin que nadie sanciones sus mentiras.