Editorial

23/mayo/2017

 

Demasiado adelantado fue el anuncio del sábado pasado que Alejandra Barrales y Ricardo Anaya hicieron en torno a una alianza PAN-PRD para 2018.

Eso desde luego motivó reacciones en corrientes, tribus y aspirantes internos de ambos partidos que al parecer ni fueron enterados con antelación de la resolución de sus dirigencias.

No tanto Barrales, pero sí Anaya, al aceptar el acuerdo, pues pone en juego sus aspiraciones. Pero también extraña que Margarita Zavala aceptó de inmediato el proyecto anunciado de ir por un plan de gobierno común y luego designar al candidato único que derive en un gobierno de coalición con inclusión de personajes de ambos partidos.

Otra vez el agua y el aceite.

Y es que el anuncio fue sin explicaciones: negociación y encuesta.

El sólo hecho de que Barrales haya hecho el anuncio al lado de Anaya, supone que también Miguel Ángel Mancera está de acuerdo en el objetivo y método.

La comida y el encuentro del día anterior de los gobernadores perredistas Silvano Aureoles, Graco Ramírez y Arturo Núñez —todos ellos aspirantes abiertos para ocupar la candidatura del PRD a la presidencial del 2018-, sugiere que ellos también están en ese juego, sobre todo porque al salir hablaron justamente de poder ir con el PAN en el 2018.

O sea que se trata de ganar por ganar y a ver luego como se acoplan en los planes de gobierno que son diametralmente distintos entre esos partidos.

Por lo demás es obvio que las corrientes y personajes que realmente tienen influencia dentro de PAN y PRD estuvieron informadas del anuncio, porque no ha habido mucho ruido al interior de ambos institutos políticos.

Y obviamente quienes no tenían por qué saberlo con antelación tampoco lo supieron hasta que corrió por redes sociales, y se indignaron, pero quedó claro que son lo que menos importa.

Por el PAN parece que no le avisaron al poblano Rafael Moreno Valle, porque éste simplemente mantuvo silencio. Tampoco los perredistas que han trabajado con sus equipos con miras a las federales presidenciales: René Bejarano, Dolores Padierna, Alejandro Sánchez Camacho y los cercanos a AMLO, los peje-durmientes en el seno del PRD.

Así está la democracia partidista en la muy anticipada sucesión presidencial.