Editorial

5/diciembre/2020

 

La indignación es el sentimiento que se externa por la enorme corrupción que asola a la administración pública, y que por años generó flagelos que se fortalecieron ante la indiferencia del poder, que hasta se ha coludido con el crimen organizado que mantiene en la zozobra a ciudades completas como Acapulco, Reynosa o Veracruz.

 

Todo ello ha generado una impotencia que clama a cambios políticos y de políticos, pero de nada servirán si no se registran también los sociales, mucho más complejos y lentos, y que comprende –es cierto- el combate frontal a la corrupción y al crimen organizado, como prácticas conscientes entre pueblo y gobierno, que permitan cambiar éste como sin rumbo que vive hoy nuestra nación.

 

Por qué no se puede avanzar con tantas heridas diarias causadas por el crimen y el saqueo constante del erario a costa del sudor de los mexicanos, para el beneficio de unos cuantos grupos o sectores. Se tienen que eliminar de tajo vicios como el paternalismo, como el clientelismo, lastres de un pasado parasitario.

 

Equilibrar la labor, el costo del dinero y el salario digno –técnico y profesional- la responsabilidad pública y sobre todo y ante todo, el respeto y la aplicación de la ley.

 

¿Suena como a utopía?

 

Nos acompaña la impotencia a diario, de no poder contribuir de manera colectiva para modificar el rumbo catastrófico del país.

 

Padecemos –perdón por el sentido figurado- una violencia intrafamiliar tremenda, que no puede ser buena, que sigue aportando malos elementos para la sociedad, y se refleja en la violencia y a la banalización del crimen, que igual se expande asesinando a periodistas o ciudadanos inocentes que son abatidos bajo la mirada pasiva o la complacencia del poder público con lujosos sueldos y banquetes ensangrentados.

 

¿Cómo podemos impedir que en las entidades esa clase política siga usufructuando del poder público?

 

Votando, ejerciendo con óptica no ardor, el derecho ciudadano.

 

En México, en menos de dos décadas -piénselo- ha habido ya gobierno de derecha, de centro y ahora de supuesta izquierda; ahí están las tres ideologías para el análisis, para votar en el próximo 2021 pensando en México, no en siglas, no en personajes.