Editorial

26/noviembre/2020

 

Desde luego que ha habido errores tremendos en lo que va del sexenio, pero contrario a otros tiempos, se han rectificado, lo que no pasaba con antelación pues, el presidente en este país, no tenía errores.

 

Un ejemplo de tantos y por hablar del menos fue el intento de suspender los “fines de semana largos”, en la idea romántica de conmemorar o celebrar el día preciso del aniversario histórico o social de que se trate, y el rechazo popular a la medida presidencial de cancelar la opción, no la esperaba ni el propio AMLO.

 

La idea de que los fines de semana largo eran del poco interés de los mexicanos, pues en su mayoría nada más no tenían para esos disfrutes, fue errada: resulta que ahora que se pudo medir, el 97 por ciento de los turistas conmemorativos, son nacionales: representan un gasto anual de 38 mil 400 millones de pesos y la movilización es de más de 5 millones de personas hacia los establecimientos de hospedaje turísticos.

 

Hay que recordar la polémica que por motivos morales y demás parafernalia, se originó por la posible suspensión de esos días de asueto, y que levantó la inconformidad en el sector turístico del país y con razón, pues aparte del ingreso económico para ese sector y Hacienda, está el de los nunca contemplados: el personal de atención que desde cocineras hasta meseros se benefician del turismo a través de las propinas, que como sabemos son el grueso del ingreso de estas personas.

 

Pero el punto es que ese error se corrigió, y bien puede seguir esa tónica con otros puntos que no han sido aceptados por los sectores productivos o sociales, los que deben ser escuchados pues para eso está el gobierno, salvo sea hegemónico.