Editorial

23/noviembre/2020

 

Ahora se usa el número fatal de que se superó la cifra tremenda de cien mil muertos por Covid-19, para cuestionar la mala estrategia del gobierno en el tratamiento de la pandemia, como también el hecho de que en un inicio -y no fue privativo de México- no tenían clara la idea del cómo atender con eficacia el contagio, que como sabemos se propagó rápido por el país, generando constante polémica, y hubo incluso los y las que no creían en la viralidad de lo que en poco tiempo se determinó como una pandemia.

 

Si una nación con una mayor capacidad tecnológica en el rubro médico como China no previó el impacto de un virus de rápido contagio en su población, las naciones del ya no mencionado tercer mundo, la verdad fueron vulnerables, y fue público y de escándalo el tema de la falta de ventiladores.

 

Ahora que se dan los rebrotes en naciones europeas, de pronto se voltea a África, en dónde otra vez causa estragos serios.

 

Hoy en el mundo se toman medidas especiales para evitar la propagación del llamado Coronavirus en sus naciones, algunas extremas como cerrar incluso fronteras, poner toque de queda, cerrar el comercio, encuarentenar a turistas sospechosos, pero el asunto es que el virus sigue ahí.

 

El coronavirus sigue vigente, y aun se den buenas señales a través del control de semáforos, por sentido común hay que mantener las medidas sanitarias máximas -no mínimas- para evitar que el mal contagie a más.

 

Esto porque aún faltan muchos meses para que la vacuna se aplique, y más aún para aplicar el fármaco a todos los mexicanos.