Editorial

21/noviembre/2020

 

Las mañaneras son la ventana del gobierno.

 

Por ahí se expone todo, por ahí nacen los reconocimientos y las críticas, algunas muy severas.

 

La otra es que la macroeconomía, la inflación y flujo cambiario se encuentran estables.

 

No hay revueltas como en naciones del cono sur, por hablar de las que se hunden en un caos tanto político como económico de devaluaciones. Pero lo cierto también es que todos los indicadores que dijo eliminar siguen igual a un año de su administración, como la violencia y la inseguridad que cerró 2019 con casi 36 mil muertes dolosas y puede que se incremente la cifra en éste 2020.

 

Ahí está latente el “culiacanazo”, huachicoleo sin culpables intelectuales, Le Baron, Odebrecht, Estafa maestra, ex gobernadores, en casos en que aparecen pocos culpables de miles que deben de haber participado en los hechos de corrupción por todo el país.

 

Porque justicia es justicia, otra cosa, lo que sea, es impunidad.

 

La otra es que el presidente es el que expone, a través de esas mañaneras, por lo que no hay campañas en medios que den a conocer los avances, menos obras de infraestructura, y los secretarios sólo hablan cuando llegan a “las mañaneras”.

 

Esto es que la sociedad si se quiere enterar pues a las mañaneras, las que por ciento están siendo “cubiertas” por los medios tradicionales, y es por ello que su audiencia ha bajado.

 

Los empresarios –o conservadores- señalan que hay fallas, que hace falta apertura y garantías de inversión, y para colmo desmienten cuando se dice que hay inversión extranjera.

 

Y el caso es que semana con semana hay polémica, señalamiento y reconocimiento, mucho ruido, y poco avance.