Editorial

21/agosto/2020

 

El turismo es la vía rápida para la recuperación de empleos, y lo observamos en esas entidades en dónde la ocupación hotelera subió en semanas a un 40 por ciento luego de la relativa apertura a los destinos de playa, que podríamos decir es buen lugar al cual ir luego de meses de confinamiento.

 

Pero también hay ciudades coloniales y centros arqueológicos que han merecido incremento de visitas más arriba de lo esperado, y eso lo notamos en la afluencia en San Cristóbal, Palenque y Chiapa de Corzo, concretamente con la apertura a las visitas al gran Cañón del Sumidero.

 

Pero el asunto en el medio rural es más lento: la ocupación en una entidad como la nuestra se limita, aunque debe incrementarse por la vía del alto rendimiento por hectárea, que demanda mucha inversión técnica que nada más no hay, y no es posible por el momento.

 

Pero existen proyectos denominado Paraísos Indígenas que es un programa que nació en 2015 y que agrupa sitios turísticos con alto valor natural, cultural e histórico bajo el resguardo de comunidades indígenas.

 

La idea principal es que las comunidades, honrando sus usos y costumbres, compartan con visitantes y turistas, sus bondades, paisajes, tradiciones, cultura y algunas de sus experiencias, de la forma más genuina posible y de forma responsable social, cultural y ambientalmente, dice la exposición de motivos que apoyó la Secretaría de Pueblos Indígenas.

 

Hoy existen 105 diferentes ‘paraísos’ distribuidos en 15 entidades del país, incluyendo Chiapas, entidad por cierto mencionada con posibilidades de crecer en éste ámbito, pues le sobran bellezas naturales en sus muy distintos ambientes climáticos.

 

Por eso Chiapas es de los estados que más cuenta con destinos de éste proyecto, y bueno fuera promocionarlos.