Las crónicas de un continuo despertar 

24/septiembre/2018

 

Arít León Rodríguez

 

Muchas cosas pasan cuando no hay vacunas suficientes y cuando la sociedad se llena de lo que leen inadecuadamente en redes y anexan a esta carestía la estupidez.

Esto porque, están volviendo enfermedades por las cuales se ha trabajado con todo y las ausencias y carestías, y a raíz de la postura absurda del oprobio mental llamado movimiento antivacunas.

El movimiento antivacunas se inició en el año 1998, cuando el Dr. Andrew Wakefield publicó un artículo en la prestigiosa revista The Lancet en que explicaba que 12 niños con trastorno autista lo sufrían como consecuencia de la vacuna Triple Vírica del sarampión, rubéola y parotiditis (paperas). Ese artículo inició una revolución sanitaria y social. Los padres empezaron a dudar si poner la vacuna o no a sus hijos, algunos profesionales empezaron a desaconsejar su administración y los padres de niños con trastorno del espectro autista empezaron a estudiar sus casos particulares, dándose cuenta de que la vacuna podría ser la causante (la vacuna se administra entre los 12 y 15 meses y suele ser un poco después cuando se empieza a notar que el niño puede padecer el trastorno).

Mucha gente viralizó esta teoría y después se corroboró que en efecto no había relación entre la vacuna –esa vacuna- y el autismo.

El punto es que ahora, mucha gente generalizó. Ya no vacunan a sus hijas e hijos y con el aumento de la miseria, falta de medicamentos, su mala utilización y la ceguera generalizada y difundida en redes, enfermedades como la tuberculosis, por ejemplo, han regresado a México de manera ya preocupante.

La tuberculosis (TB) es una enfermedad que surge a causa de la bacteria mycobacterium tuberculosis y se propaga de una persona a otra a través del aire. Por lo general, afecta a los pulmones (normalmente el primer sitio de inoculación), pero puede afectar cualquier órgano.

En la forma latente, la bacteria permanece inactiva sin provocar signos o síntomas, mientras que la forma activa sí los muestra. La gran mayoría de las infecciones por TB permanecen latentes. La TB puede ser mortal si la dejas sin tratamiento o la tratas de forma inadecuada, por eso debes saber reconocer sus síntomas.

La TB normalmente infecta a los pulmones, lo cual rompe el tejido de dicha zona. La respuesta natural del cuerpo es eliminar el irritante por medio de la tos. Averigua cuánto tiempo has tosido. La TB dura más de 3 semanas y podría incluir signos preocupantes como el esputo con sangre.

El dolor de pecho puede sugerir una amplia variedad de problemas, pero cuando acompaña a otros síntomas, estos pueden indicar TB. Si sientes un dolor agudo, ello puede apuntar a un área específica. Observa especialmente si te duele cuando aplicas presión a dicha área o si te duele cuando inhalas y exhalas o cuando toses.

El cuerpo manifiesta una respuesta compleja a la bacteria Mycobacterium tuberculosis que provoca una mala absorción de nutrientes y la alteración del metabolismo de las proteínas.

Una infección de TB latente no causa síntomas ni la enfermedad, y tampoco es contagiosa. Sin embargo, del 5 al 10 % de personas con infección de TB latente con el tiempo desarrollan tuberculosis.

De acuerdo a datos del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece), en el país se registran 20 mil casos anuales, y la Secretaría de Salud reportó que 23 por ciento de casos de tuberculosis registrados en el país se asocia con diabetes y menos del cuatro por ciento con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y que desgraciadamente, el índice de casos, va aumentando en el país, especialmente con la incidencia de inmigrantes.

Así que, no esta de más hacernos aleatoriamente las pruebas de TB si tenemos dudas o factores de riesgo.