Tubo de ensayo

5/octubre/2019

 

René delios

 

¡Qué Pena con la intolerancia, incluso entre los mismos gobernantes!

De la misma manera en que, México no se resuelve en un sexenio, tampoco se acaba.

Pero de eso a pensar que será en éste sexenio que México resuelva los rezagos, flagelos, pendientes y miserias tanto acumuladas como multitudinarias en casi un siglo de gobiernos fallidos, es desproporcionar el optimismo.

Ya ni se diga para la cuestión estatal, verdadero problema de orden social, grave y latente, desigual e injusto, pues hasta la federación se ha servido de Chiapas y nada más no es equitativa, correspondiente: tanta energía de beneficio directo, por décadas y se vive en rezago social más alto de la nación.

Para colmo, de adentro, el cáncer, los malos elementos o peores chiapanecos que, se han servido de puestos y partidos para medrar de los dineros y programas del estado, perros come perros, me cae, que aun con esa traición, no dudan en desgarrarse las vestiduras por “su entidad” cuando, viven del robo, permanecen en el robo, y los hay bastantes que viven de las rentas de ese robo a Chiapas.

Y todavía se les ve royendo hueso, en las presidencias municipales, en las curules del Congreso, en cargos públicos, en carteras partidistas y desde luego, en la representación federal, dignos, idóneos, rapaces.

Me regreso: la nación debe estar más allá de los nombres y las siglas, mis aldeanos, y pues hay que pensar en proyectos de impacto, pero igual en los de mediano y largo plazos, que son los que consolidan a la nación, por decir así, la llamada refinería en Tabasco, el tren del Sureste, la reforestación de ésta y otras entidades en el sureste mexicano, a lo que le podemos agregar el desarrollo del Istmo de Tehuantepec.

La rentabilidad de la refinería, la utilidad del turismo desde Palenque a Cancún o los beneficios de sembrar árboles en la calidad del aire y el agua, aparte de detener la erosión, es desarrollo.

Se llama trabajo integral que debe estar de la mano con la transparencia.

Eso es diferente a darle varo a los pobres, a los estudiantes, a las madres solteras, a no sé quiénes más, pues aparte de los federales están, en cada estado, los programas locales, como eso de salario rosa que aún se practica en Edomex, cuyos criterios administrativos –es a fondo perdido- no están muy claros y permite tranza y media.

Y a lo descarado.

El asistencialismo, como lo eran los próspera y demás, son efectistas y ya: no generan estabilidad mucho menos riqueza.

Ahora –se dice- ya no va a ver intermediarismo, pues la cosa va ser directa con los interesados, buscando pulverizar o más bien evitar al viejo clientelismo originado desde las instancias públicas –que datan de allá por los setentas y ochentas del siglo XX-, obvio a través de programas sociales que se entregaban directamente a las personas, no a las  organizaciones de todo tipo, cuyos líderes eran los que -previa tajada al patrimonio de sus representados-, repartían la paga, los enseres, los beneficios de todo, que se desperdiciaron por sexenios en éste país saqueado.

La verdad qué bien que deslicen a los líderes, y si se puede acabar con el sindicalismo corrupto, mejor, y más en aquellos en que los dirigentes se reeligen interminablemente, estableciendo un vicio inevitable de tráfico de influencias y uso arbitrario del patrimonio como sucede con el sindicato petrolero o el SNTE.

Y como son “autónomos”, no pueden auditarlos, aún reciban en parte, dinero público y por otro lado, el varo de sus agremiados.

Pero esa es otra historia.

La histeria es que, se alteran aquellos a los que se les precisa que, no va a ser en éste sexenio cuando, los problemas de México, se eliminen o al menos, se combatan con eficiencia con índices de solución a mediano paso, que sería bueno, pero es complicado apostar a que se resolverán en el sexenio.

No podemos aceptar el triunfalismo como nuevo sinónimo de la demagogia y menos, dejar de contemplar al continuismo de los buenos programas –aun sean del presidente anterior- como una buena determinación en favor del país.

Pero el que llega truena la continuidad y viabilidad de los buenos programas y sus alcances.

¿Qué programa fue bueno en el sexenio de Peña?

Obvio los más dicen que ninguno, que lo priista apesta, y así, en Tabasco dicen eso del perredismo, que es el gobierno que se fue y acá, en la aldea, del verde ya en franca descomposición, y en Veracruz del PAN del Yunes fracasado.

Pero la realidad es que no puede ser: algo debe haber funcionado en el sexenio, en cada estado, y eso debería quedarse tal cual en aras de empezar con la continuidad que es ya, necesaria.