Tubo de ensayo

2/agosto/2019

 

René Delios

 

Una onda notarios ha sido tema recurrente al cierre del segundo semestre chiapaneco, desde la detención de Horacio Culebro Borrayas, notario público número 82 con sede en Comalapa, acusado de manipular datos y despojar predios, a parte de lo que llaman asociación delictuosa o crimen organizado, que ya saben es la recurrencia para incrementarle la pena a cualquiera, y que se llena de intríngulis para desenredar los casos en éste país de justicias parciales.

El punto es que, la cuestión notarial o quien da fe de lo que es propio ante la ley, se corrompió en Chiapas desde el gobierno mismo, al otorgar esas concesiones a quien sea que haya dado un servicio al gobernador de que se trate, y tenemos que, organizaciones balines con claros nexos con políticos, se prestaron a esos despojos y mientras pasa el tiempo, se posesionan del predio y ya cuando lo reclama el verdadero dueño –en éste caso ese político- esos pobres militantes de las organizaciones –póngale el Mocri- son desalojados en una “jugada maestra” por parte del notario y el político, que, por fortuna, se descubrió en Chiapas, incluyendo a los ex funcionarios del catastro que en su momento dieron la información de los terrenos que solo se puede dar con orden judicial.

Así las cosas.

Desde luego que se entiende que se dieron notarias a destajo para contar con una ola de subordinados que hicieran el trabajo sucio, incluyendo a Culebros Borrayas, uno de la larga lista de notarios agrios que son investigados, y que no demora en que sean llamados a cuentas para satisfacción de los notarios de calidad, a los que les pulverizaron el trabajo además de que les endosaron los desprestigios, pues de paso, el gobierno municipal de que se trate recibe la orden de tratar con esos notarios consentidos del sexenio, en éste caso pasado, los notorios notarios de Manuel Velasco, que incluye a un buen de funcionarios de su gobierno, investigados junto con sus familiares por un macro manipuleo de predios por todo el estado, en una cofradía de corrupción y tráfico de influencias que ojalá termine en cárcel y no en la mera expansión del rumor pues, hasta la fecha, no hay nombres, al estilo insano de la cuarta transformación.

Digo, si es que se puede llamar cuarta transformación a la ola de perredistas y ex priistas incrustados en Morena acá en Chiapas, y que aún sus antecedentes conocidos –y desconocidos- se sienten ahora impolutos.

Pero esa es otra historia.

La que nos ocupa es que esa corrupción se dio en todo: concesiones de todo tipo fueron conducidas a modo, desde los comodatos hasta las concesiones de placas que, por décadas no llegaron a las manos de los que conducen el volante, y sí a verdaderos pulpos del autotransporte que aun con eso, no sacian su corrupción desbordada y duplican el número de sus unidades, y que ahora se denominan “taxis clonados”.

El descaro: y lo es porque no establecen un dispositivo letal que no solo los detenga, sino que decomise esas unidades piratas, de la misma manera en que a los notarios corruptos le retiran concesión numeraria.

Sí, ya sabemos que es cuando quieren, cuando se dan las coyunturas y demás parafernalia.