Tubo de ensayo

30/julio/2019

 

René Delios

 

Antes –igual ahora- había funcionarios desde director de área que tenía un auto propiedad de la dependencia, y de acuerdo a las relaciones con el subsecretario –y mejor si era con el titular- hasta le asignaban gastos de representación y otras mercedes y privilegios con la autorización del “de arriba”.

Y así, si la subimos, subsecretarios, secretarios, funcionarios de esto y aquello de todo tipo de dependencias del gobierno, del gabinete legal y ampliado, instituciones autónomas, descentralizadas, en miles y miles de autos, millones de litros de gasolinas, decenas de miles de horas-hombres del personal a su disposición y no destinado a las labores del gobierno mismo; viáticos, viajes, en un derroche impresionante que generó por años gastos millonarios y la verdad ignoramos si eso sigue.

Digo, porque cualquier empleado paga su pasaje al trabajo, ganando diametralmente menos que los jefes –en algo pendiente, neta-, mientras que los de arriba llegan –y hasta tarde a trabajar- en auto propiedad del gobierno.

¿Y luego?

Así son las mercedes y privilegios que se mantienen con mucho en los estados del país, y aun las referencias, la opinión pública ignora –como otras tantas cosas- cuánto cuesta todo ese gasto innecesario en la demagogia de la austeridad.

Y ya ni se diga de los caprichos del gobernante, o las decisiones equívocas de sus funcionarios, incluyendo la obra de mala calidad y lo que provocan en reinversión para su corrección, que se registra en miles de casos en éste país desfondado.

Y es que solo hablamos de los excesos en lo que es el gobierno, o sea el poder Ejecutivo, pues es más de lo mismo tanto en los legislativos como en los judiciales de la federación y los estados: costosos al erario: la llamada clase política, es que ha mantenido a la nación en la incertidumbre del hambre por sexenios.

Para este escribidor de bodrios por ahí debe empezar la limpieza de la corrupción: terminar con esas mercedes y privilegios, otorgados por años para mantener “la lealtad al sistema”, y que no se registra en ninguna otra nación de éste continente, ni en los Estados Unidos, en dónde todos llegan con sus propias unidades a chambear.

Entonces veríamos a los verdaderos servidores públicos en éste país. Porque de eso se va a tratar la cuarta transformación: servir a México ¿O no?

Internamente eso ha generado demoras en la radicación de partidas, a costo de críticas al gobernante, lleno de contradicciones que a veces no se entienden aun tengan explicación cierta, clara, pero que deslizamos en aras de cuestionar al que gobierna.

No tenemos explicación al que, se despidan trabajadores de las dependencias gubernamentales, y se promueva el trabajo en naciones centroamericanas con costos al erario, por ejemplo, sin que se diga que, esas nóminas se inflaron por compromisos de campaña en gobiernos pasados, algunos desde hace tres sexenios, pero en las cuentas, se despidió gente que si bien no provenía de eso ya no era necesaria.

No se dice tampoco, ni el propio AMLO para lo que todo es a modo, que esos empleos para América Central es estrategia de Estados Unidos -o sea de Trump- y no de su gobierno, en tanto el presidente gringo sigue sus presiones por aparte en los países vecinos, imponiendo a Guatemala como tercer país, igual que México, sellando el paso de salvadoreños y hondureños, desde Guatemala, pues antes deben de pedir asilo ahí y si se los niegan, ya lo pueden pedir en Estados Unidos.

Pero esa es otra historia.

Hoy la cuarta transformación va justificando la depreciación del trabajo en México, y desde luego la carestía de la vida, mientras se van incrementando los niveles de carencias sociales o urbanas, que son los primeros exponentes de una mala situación económica, en tiempos de paz, aunque existen al unísono los proyectos para revertir esos laceros sociales de la pobreza, la carestía, y que no van verse en éste año como dicen los amlistas.

No van a revertir los errores de sexenios en uno.

La violencia del crimen organizado, es otro pendiente social que para los opositores al régimen exhibe al país, y lo usan como bandera de quejas y señalamientos, y contrariamente el reporte del turismo señala que se incrementó en millones de visitantes, incluso a Veracruz y Guerrero, los más peligrosos del país.

México es el octavo país más visitado del mundo con 35 millones de visitantes en 2018.

Coincido con miles que nuestro país ha sido mal administrado, y ya ven lo que dice el primer ministro canadiense sobre el que en México, generan la pobreza, por conveniencia.

La referencia inundó las redes, es grotesca y clara, y viendo la rentabilidad de la pobreza en éste país, igual hasta le doy la razón por aquello del “¿cómo es posible que en una nación tan rica en recursos naturales, exista tanta miseria?” y la respuesta: “Es que tiene mexicanos”.

Pero hay de mexicanos a mexicanos: los que saquean a su nación y explotan a su gente; viven al margen de la ley y laceran la tranquilidad e integridad social. Los otros trabajan.

Aún recuerdo el golpeteo concentrado en contra del aspirante de Morena a la presidencia y eso del neopopulismo que enarbola: ya está sentado en la silla del Águila y no veo tal: ya dio la apertura que nunca autorizó Peña, por ejemplo, para que la IP nacional –no la extranjera- le entre a la petroquímica secundaria, y eso que el expresidente fue el que envío sus reformas estructurales, entre ellas la reforma energética, la que por cierto no fue alterada como sí lo fue la de educación, que hasta se derogó.

Pero la energética no. Ahí está, tal cual: ¿Dónde el neopopulismo pues?

Lo que cambia es la interpretación y la aplicación de la transparencia. O sea no es solo de referencia: es necesario que sea una práctica constante, y termine poco a poco con los excesos y mercedes de todo, incluyendo a los funcionarios y sus privilegios, no solo de sueldos, sino en lo otro como decía al inicio de éste bodrio: los beneficios colaterales a esos cargos de nivel, con excesivos apoyos para el desempeño de la labor.