Las crónicas de un continuo despertar 

31/julio/2019

 

Arít León Rodríguez

 

Los libros de texto, la educación sistémica del gobierno, es heterosexual.

Eso es lo que ha declarado Elisa Bonilla Rius, la directora de Desarrollo Curricular de la Secretaria de Educación Publica.

No se si esta noticia hará sentir mejor a la población sexista y sectaria de México ó ofende y lastima a quienes hemos crecido con la diversidad como parte de nuestra vida.

Me pregunto, tras tantos años de la educación gratuita en México, una educación que definitivamente no ha considerado a la diversidad como algo positivo y parte de nuestro devenir diario, los resultados son evidentes.

Sin influencia académica ó con ella, le gente es, nace, se reconoce homosexual, bisexual, pansexual, asexual diariamente.

La diferencia y es donde radica este asunto y estas líneas es que, con información muchas enfermedades y peligros se obviarían.

Tenemos una cantidad asombrosa y preocupante de embarazos en infantas, niñas embarazadas las cuales obviamente han sido abusadas sexualmente por personas mayores, dejándolas a la merced de la miseria, pobreza y carestías, sin considerar inclusive el peligro que ese embarazo implica para su infancia, su cuerpo, su vida en conjunto.

Preocupándose por las situaciones espirituales, los requerimientos sociales del que dirán heterosexual, olvidamos que lo principal es establecer parámetros de seguridad para niños y niñas en el país, en donde estamos inundados de pederastas y pedófilos que tienen sus centros de operación en redes sociales, las calles, las escuelas mismas y hasta los centros espirituales, donde les llegan niñas y niños a destajo.

Es indecible cuanta ignorancia y poca capacidad de análisis tenemos en este país.

Ponemos a nuestros hijos e hijas como confites en dulcería ante los expertos en destrozarles la vida, quitándoles las herramientas para saberlos detectar, ¿recuerda la campaña cuídate a ti mismo?

Funciono en aquella época y hoy no vemos eso ni en la escuelas y niñas y niños, adolescentes y jóvenes, desaparecen y se esfuman en nuestras caras sin dejar rastro por vivir en una burbuja acida de ignorancia.

¿Como podemos enfrentar una realidad que nos carcome si queremos culturizar y vivir como hace cien años a nuestras familias, empero ni nuestros hijos e hijas están de acuerdo con esa forma de vivir?

Son necedades que nos están costando vidas.