Editorial

17/junio/2020

 

Muy seguramente las empresas o más bien, los empresarios que se precien de serlo, saldrán adelante sin esperar nada a cambio del gobierno federal, que se ha negado en otorgar incentivos directos e indirectos a las empresas, y a recurrido en apoyo de la pequeña empresa, casi familiar, a la que por cierto no le ha sido suficiente el microcrédito de 25 mil pesos para subsistir tres meses que lleva la pandemia, ante los pagos voraces de los recibos de la CFE, renta y obvio agua y sueldos.

 

Sin embargo y aun ese apoyo, son por decenas de miles los comercios que viven en el ahogo, cosa que debe observarse, pues son cientos de miles de empleos a salario mínimo, que ya no están, y que en conjunto suman el millón de puestos de distintos niveles, aunque para especialistas independientes la cifra supera el millón 400 mil ocupaciones que se perderán incluyendo julio y parte de agosto.

 

Desde el gobierno se insiste que otorgar un apoyo -por ejemplo- al turismo en lo particular, representaría volver al pasado y rescatar a los ricos para no darle a los pobres, en una práctica que lamentablemente así fue, pero no quiere decir que se deje perder en las actuales circunstancias, abandonado a ese sector generador de empleos a su suerte, cuando es garante ya que representa el 8.7 del PIB nacional.

 

Y así como éste hay otros sectores que promueven el crecimiento social, obvio el desarrollo económico, y todos son importantes para coadyuvar en el desarrollo humano, que es la idea que tiene el presidente de México, para promover que los pobres tengan una mejor calidad de vida.

 

Pero eso se los va a dar el empleo -por lo que hay que generarlos-, no los subsidios.