Editorial

23/abril/2020

 

El último informe de la Secretaría de Salubridad y Asistencia indica que hay ya 970 muertes derivadas del contagio de Covid-19, y 10 mil 544 contagiados, ya en fase tres, cifra que seguramente se incrementará.

Nadie duda que el día de hoy se rebasen los mil fallecimientos, que no se pueden seguir minimizando por parte de irresponsables que comparan los efectos del contagio como cosa menor a las muertes dolosas ocurridas a diario en el país.

Hay ya oficialmente 10 mil 544 contagiados, no todos en estado crítico, pero como en todo mal, hasta que se tenga la seguridad de que no son ya de gravedad, se podrán descartar en tanto, hay un porcentaje que sí tiene un cuadro de gravedad, y es en estos en los que se concentra el servicio médico, para salvarles la vida.

Ya se ha dicho por todos los medios y recursos a la gente que se mantenga en sus casas, pero no funciona: por decenas de miles se observan por las ciudades de mayor contagio en los estados del país, y es al parecer poco probable convencerlos que el asunto es serio, si se colapsa el servicio médico, pues no habrá capacidad de atención, en algo que está sucediendo en no pocos países en dónde éste contagio se salió de control.

¿Habrá que tomarse medidas radicales?

Ya será decisión incluso de cada entidad, en especial en esos municipios en dónde se registre un contagio exponencial, y esperemos que las cifras no se abulten y la curva pueda ser controlada.

Pero la participación de la sociedad es clave, en especial las personas cuya edad oscila entre los cincuenta y cincuenta y nueve años, que es el registro de edad promedio de los que hasta la fecha han fallecido.

Muchos se preguntan si hay personas que saben de su mal, sea hipertensión o diabetes, por ejemplo, ¿para qué se exponen? ¿Será soberbia o incredulidad?

Las cifras ahí están, incrementándose, lamentablemente, como testimonio de que hay que quedarse en casa y evitar así que esta pandemia se dispare en México como ha sucedido en otras naciones.