Tubo de ensayo

26/noviembre/2015

René Delios

El tema de la violencia en contra de las mujeres se complica.

En un mundo diseñado para hombres -machista- muchos estereotipos y esquemas de producción y utilidad, usan -esa es la verdad- la imagen de la mujer y no precisamente con respeto.

Empezando por ahí y terminando con los feminicidios, la escala se multiplica y aún lo alarmante de los casos y las incidencias no hay un serio tratamiento social y político de cada arista, y todo se engloba en “no a la violencia en contra de las mujeres” o en la fácil: “trabajamos políticas para que las mujeres estén libres de violencia”.

Pero como en otros tantos proyectos en los que también trabajan desde el gobierno federal y los estados, pasando a ver los municipios, resulta que no surten el efecto calculado.

Porque no me van a sostener que porque existan más damas en las cámaras federales o estatales, ya estamos parejos con la paridad y la equidad y sobre todo el respeto a los derechos elementales de las mujeres.

Muy aparte del tremendo aspecto cultural está la praxis política para aplicar la cuestión jurídica.

Por otro lado, no significa que las que ganaron diputaciones en la Unión y los estados, estén en verdad comprometidas con las causas feministas, y si le anexamos los compromisos de partido, la posibilidad de una causa común a una buena propuesta del gobierno federal por parte de la oposición, es remota.

Es la verdad: no están unidas las legisladoras federales ni estatales en ópticas coincidentes que impulsen -sin la intervención de varones, políticas de partido o el gobierno mismo- el llamado empoderamiento de la mujer que, no se ha dado del todo.

Y para precisar la explicación la misma efervescencia generada por la paridad en su momento, hizo llegara integrantes de clanes, no a propuestas de conciencia.

Fue claro en el PRI, por ejemplo, pues algunas mujeres no afectas a la militancia partidista decidieron explorar dicha posibilidad y llegaron.

Los resultados electorales del pasado mes de junio, dejaron en claro que los partidos cumplieron con lo dictado por la ley y hoy la Cámara de Diputados se encuentra representada en un 60 por ciento por varones y un 40 por ciento de mujeres de los diferentes partidos representados.

Pero esos porcentajes no son los mismos para gubernaturas, porque no solo dependen del candidato o candidata, sino también del cómo le fue al gobierno saliente.

Claudia Pavlovich ganó Sonora por la mala administración y escándalos de Padrés, su antecesor panista, como contrariamente la perredista Beatriz Mújica perdió en Guerrero porque el gobierno saliente que inició Ángel Aguirre y terminó Rogelio Ortega, fue un verdadero desastre de escándalos y asesinatos que aun prosiguen en esa entidad.

Sonora fue recibida por Pavlovich con una deuda impresionante, como Guerrero entregada al también priista Héctor Astudillo en la más absoluta zozobra y violencia.

Esto es que el empoderamiento de la mujer no debe ser igual al que practican los varones porque va a resultar más de lo mismo: mujeres -con todo el respeto y literal- al servicio primero de los cotos de poder en sus partidos, y al gobierno si corresponden sus siglas al partido gobernante.

Combatir la violencia o manifestarse en contra de ésta puede ser cada año, como otras tantas fechas para la protesta. No, éste asunto es de mayor unidad y coincidencias.

Si el error está en la estructura hay que cambiarla, y no es un asunto de siglas o personajes como muchos creen -porque insisto que si llega AMLO no va a cambiar nada sino se da desde el pueblo mismo, pues seis años no le alcanzan a nadie para cambiar los rezagos de México, en el entendido de que las cosas ya no dependen de adentro, ante un mundo globalizado, que es la realidad, guste o no, y el ejemplo es Cuba que, se abrió-, y si de un serio trabajo de concientización, para empezar, desde la premisa de que todos somos machistas, hasta los que lo niegan públicamente, pero bien que lo aplican en su casa.

Dicen que la lucha sigue; no debe ser estéril: observo que muchas oportunistas e ineptas se empoderaron. Dudo que la mayoría sirvan para la causa feminista, sea contra la violencia o el empoderamiento.

Porque son como los varones: primero los compromisos y luego ellas.

Y aquí no entra el equívoco de que un grupo de mujeres no se ponen de acuerdo. No, obvio tienen bien decidido que hacer con sus curules, en cuanto a proyección o bajo perfil, según el caso, pero va a estar difícil una causa común aún está sea evidente, como lo es el rubro educacional desde dónde se debe empezar, como en Europa, a hablar la neta en los libros de texto, sin permitir matices moralinos o religiosos que tanto entorpecen el proceso evolutivo de la educación en México.

Así es: hay que concientizar desde la infancia, sobre genero, sobre paridad, sobre equidad, sobre respeto.