Editorial

27/noviembre/2015

Tenemos claro que el triunfo en Nuevo León del “El Bronco”, Jaime Rodríguez Calderón, despertó la curiosidad de los políticos, muchos de ellos apoltronados o adormilados.

Con esa victoria, para muchos sorprendente e inesperada, renació en varios de los que se consideran aspirantes la posibilidad de explorar esa nueva ruta de acceso a los cargos de elección popular, porque no son ya bien vistos por los jóvenes –y no tanto- dirigentes de los partidos en que militan.

Y es que los llamados independientes no produjeron tan malos resultados en su primera participación, aunque el porcentaje de victorias de quienes recurrieron a ese método haya sido bastante bajo.

De los independientes triunfadores los más relevantes fueron el que ganó el gobierno de Nuevo León, otro más la alcaldía de Morelia y el único victorioso en una diputación federal.

El asunto de los independientes no era nuevo: un solitario ganador se dio en 2013, en el municipio de San Blas, Nayarit.

No sonó; era cosa menor: solo un alcalde.

Con todo ese bagaje, las oportunidades para los independientes crecieron, sin importar que en algunos estados como Chihuahua, Veracruz y Puebla, los requisitos para entrar en la competencia por el gobierno estatal se hubiesen endurecido.

Pero el caso es que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió que no, que esos candados no proceden.

Los comicios del 2016 a realizarse en doce estados del país para la renovación de un número similar de administraciones estatales tientan a muchos y puede servir de prueba, para verificar si el sistema es adecuado o si los candados puestos en algunos estados deben ser removidos.

Y aunque la mira se encuentra en la candidatura presidencial independiente, se considera que en los comicios del año próximo habrá varios experimentos de este tipo a los gobiernos de los estados.

En Chiapas desde luego habrá quienes la intenten, y es por eso que extraña la pasividad que existe en los partidos con registro.