Tubo de ensayo

3/octubre/2015

 

René Delios

 

En 2018 se realizarán elecciones federales, se renovarán 500 diputaciones, 128 senadores, 14 gobernadores más los que se homologuen en esa fecha, y cientos de alcaldías y diputaciones locales.

Pero también en ese año se cumplirá medio siglo del suceso tremendo de Tlatelolco.

Un año antes, en 2017, se conmemorará un siglo de la promulgación de la constitución mexicana, todo esto dentro de un sexenio lleno de sucesos extraordinarios como lamentables, que comprenden Tlatlaya y Ayotzionapa.

Ayer se conmemoró un 2 de octubre más, conocido como la masacre de Tlatelolco, y que aún está lleno de sombras y misterios, y que supera con mucho los demás sucesos de represión o barbarie en dónde se ha asesinado a decenas de personas.

Tlatelolco 68 marcó a México, creó una nueva conciencia y obligó a la apertura ideológica, no sin las presiones del gobierno que todavía en 1972, en Corpus Cristi, volvió a ejercer la represión de manera brutal a través de Los Halcones.

Y así ha sido la historia mexicana; cada sexenio tiene su marca, en la que participa Chiapas con el gobierno de Zedillo, con el caso Acteal.

Tampoco no del todo solucionado.

Así como ese caso, Ayotzinapa es una serie de datos confusos, entre cruzados.

Al momento todo lo dicho no lleva a la localización de los 43 jóvenes, para angustia de sus familias, aun la propia atención del presidente a los acongojados padres.

Lo único preciso es que la investigación se encuentra abierta y que se tiene la idea de que se pueden encontrar pistas que revelen lo verdaderamente ocurrido.

Los resultados ofrecidos por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos son similares a los razonamientos dados a conocer por expertos mexicanos, cuyas opiniones y conclusiones fueron ignoradas y hasta desechadas; pero estos nuevos resultados aportados por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH, y es que según los expertos extranjeros, los 43 desaparecidos no fueron incinerados en el basurero de Cocula, Guerrero, como aseguró la PGR.

Esas conclusiones señalan el por qué no fue posible que sucediera la incineración de los cuerpos en ese sitio, como dato importante, pero al mismo tiempo precisa otros datos que son que los estudiantes de Ayotzinapa no pertenecían a ningún grupo criminal y que tampoco acudían a boicotear el acto político de María de los Ángeles Pineda, como se dijo en un principio, lo que modificó todo lo dicho por la PGR, donde sus pesquisas establecen gran parte de la responsabilidad sobre el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, que ya hacen lo necesario para defenderse de todas las imputaciones según ellos inventadas.

Con todo y ese enredo, la PGR se mantiene en que los estudiantes sí fueron incinerados en Cocula.

Y aunque la PGR confirma su dicho, la Subprocuraduría Especializada en Investigación de la Delincuencia Organizada confirmó que de acuerdo al informe de la CIDH se abrirán nuevas líneas de investigación, y así nos vamos como sucedió con aquel caso de 1968, a casi medio siglo del suceso terrible, y que no se ha esclarecido del todo.