Itinerario Político

26/mayo/2015

Marcelo: la democracia del amiguismo

#Ricardo Alemán

Queda claro que si algo hizo muy bien Marcelo Ebrard en su paso por el GDF fue sembrar amigos y lealtades a toda prueba.

Sólo de esa manera se explica el silencio cómplice de no pocos amigos periodistas, políticos y hasta beneficiarios del mecenas sexenal en que se convirtió el poderoso jefe de gobierno de 2006 a 2012 y que hoy —por obra y gracia de las paradojas del poder—, pasó de príncipe a mendigo de la política mexicana.

Y es que el de Marcelo y sus intentos por violentar la ley electoral y su “cachaza” para escabullirse de escándalos como el robo del siglo de la L-12 del Metro y el fraude de la “Casa Roma”, son los mejores ejemplos de que está boyante, saludable y goza de cabal salud la llamada “democracia del amiguismo”. ¿Y cuál es esa democracia?

Todos la conocen, la han visto o la padecen; sus síntomas están a la vista de todos. Son la ceguera, la sordera y el mutismo tanto de periodistas, como amigos y leales del personaje en cuestión; en este caso Marcelo Ebrard.

Los periodistas amigos de Marcelo no sólo censuran con índice flamígero a las autoridades que en rigor aplicaron la ley electoral y cerraron el paso a un intento tramposo e ilegal de Marcelo Ebrard por ser diputado y garantizar impunidad, sino que le regalan entrevistas a modo en las que nunca cuestionaron nada a fondo; no se diga la grosera ilegalidad de la L-12 y la “Casa Roma”.

Y es impensable que esos amigos periodistas pudieran realizar una más de sus premiadas investigaciones o reportajes a fondo sobre el tema, luego de la puntual investigación de Milenio. Queda claro que para los periodistas amigos de Marcelo no hay ley que valga; todo tiene una amable justificación y, en el extremo, ¡que se joda la realidad… quién le manda no tener amigo!

A su vez, los políticos amigos de Marcelo exaltan en la plaza pública y en todos los foros posibles la “perversión” de “la mafia del poder” lanzada contra ese pobre hombre honesto, visionario, de familia reputada incapaz de una trampa, un “cochupo” y menos una minucia de deshonestidad.

Ingrata sociedad que se atreve a pensar que Marcelo busca impunidad cuando intenta ser diputado —cuando todos saben que sólo pretende servir a la patria—; ingrata sociedad que se cree la mentira de que Marcelo y su familia se benefician de un solo peso del dinero público. Ingratos que no entienden que “la casita roma” es apenas uno de los beneficios que se merece el hombre que pudo ser presidente.

Ingratos, malpensados y malagradecidos defeños que se atreven a dudar de las brillantes habilidades de Marcelo para la obra pública. No entienden que la L-12 del Metro fue tan moderna y tan perfecta que los operadores no han descubierto los sistemas motrices y por eso dicen que no sirve. ¡Pura mala voluntad de los malquerientes de Marcelo!

Lo curioso es que “la democracia del amiguismo” no le alcanzó a Marcelo para meterse a San Lázaro en busca de protección. Lo echaron los perversos magistrados del Tribunal Electoral. Pero lo que no saben los periodistas y políticos amigos de Marcelo es que la “democracia del amiguismo” tampoco le alcanzará para salvar el pellejo por el escándalo de la “Casa Roma” y tampoco le alcanzará para salvar sus culpas en el fraude del siglo, el de la L-12 del Metro.

Pero la historia de los bajos fondos en los que se metió Marcelo Ebrard no ha terminado. Marcelo tiene mucho que dar… pero como cordero que alimentará las ambiciones personales de Miguel Mancera. Al tiempo.

Twitter: @ricardoalemanmx