Editorial

21/mayo/2015

En medio de escándalos mediáticos, de acusaciones y señalamientos en las redes sociales, los candidatos más que contribuir a la participación ciudadana, la alejan.

En medio de una guerra de encuestas, de descalificativos para los organismos electorales nacional y sus homólogas estatales, transcurren elecciones deslucidas y sin arrastre en las bases sociales. Es impresionante ver el cómo invierten enormes recursos en regalos en vez que en ideología política, desfasando el sentido del proselitismo, de la misma manera en que se observan personajes sin presencia en el trabajo político de las siglas que los abanderan.

No hace mucho parecía un lunar quien de pronto se ganaba una nominación más derivada de los compromisos del dirigente con el mandatario en turno, que de su voluntad, pues desde luego quedaba claro que preferiría gente de sus cuadros.

Pero ahora, a borbotones se ven personajes de carreras meteóricas con una posición desahogada y mucho empuje, sabedoras de que el triunfo sino seguro, es evidente por la ingeniería electoral que despliegan.

Los nuevos partidos por ejemplo, no se ven.

No se ven en esta capital, y se antoja difícil que mantengan el registro que reclama el 3 por ciento del total de la votación, y es por ello que le apuestan mucho al abstencionismo, para que baje el porcentaje, contrario a una votación abultada para los principales partidos, que los dejaría fuera desde las encuestas de salida.

Acusaciones de violar topes de campaña sin más aval que la propia voz, referencias de apoyo institucional sin más comprobante que unas fotos al azar, son suficientes para hacer las acusaciones y servirán hasta para impugnar aun de primera el Tribunal Electoral de la Federación, los rebote por inconsistentes.

La otra es que, esos partidos nuevos no están gastando su dinero, y no es de ellos.

Tienen que invertir lo que es, no guardárselos para asuntos ajenos a las prerrogativas, pero sabedores de que no tienen ninguna posibilidad, los candidatos se mantienen de muy bajo perfil, y así no se gana una elección en tiempos de altos promedios publicitarios, aun las multas de un tan desprestigiado y joven INE.