¿Las redes sociales son buenas para los jóvenes?

3/marzo/2015

redes (2)Si la pregunta del millón de dólares es si las redes sociales son buenas o malas, la pregunta de los mil millones de dólares más inquietante, más científicamente investigada es: ¿las redes sociales son buenas o malas para los jóvenes?

Mesa de redacción

Casi todos los días hay nuevos informes que detallan el uso “extremo” de las redes sociales de la generación que la Kaiser Family Foundation, el grupo de reflexión de la política de salubridad, ha bautizado indignamente como M2: los niños cuyas vidas giran en torno al consumo de los medios.

El informe de Kaiser de 2010, un estudio sobre los medios en las vidas de los niños y jóvenes de entre 8 y 18 años de edad, generó una lluvia de inquietudes acerca de la cantidad de medios que los jóvenes consumen, y las redes sociales fueron el medio más nuevo y de más rápido crecimiento. Con un consumo de 7 a 12 horas de medios al día por parte de los adolescentes, Nielsen encontró en 2011 que las redes sociales eran los sitios más visitados en Internet. Y en 2014 Browser Media, Socialnomics, MacWorld descubrió que cerca de un cuarto de todos los adolescentes ingresan a Facebook más de 10 veces al día. A un paso lento pero certero, las investigaciones han confirmado lo que sabemos que es verdad anecdóticamente: a los jóvenes les encantan las redes sociales.

En 2007 la Academia Americana de Pediatría fundó el Consejo sobre las Comunicaciones y los Medios con el fin de estudiar este fenómeno, reconociendo que las plataformas de redes sociales en particular se relacionan de cierta manera a casi todas las preocupaciones médicas que los pediatras tienen acerca de los jóvenes (la imagen corporal, trastornos de aprendizaje, comportamiento sexual, agresión, etc.). Pero el consejo en sí llama al trabajo que ellos hacen para estudiar el impacto de las redes sociales en las mentes de los jóvenes “experimento no controlado”.

Y los experimentos no controlados a menudo tienen resultados inconclusos. Al no poder hacer conclusiones definitivas acerca del impacto psicológico y fisiológico de las redes sociales, su trabajo en esa área hasta ahora se ha enfocado en recomendar un “uso saludable” y urgir a los padres a supervisar problemas de comportamiento comunes como el cyberbullying y el contacto con contenido inapropiado.

A pesar de que ciertamente sabemos un poco acerca de cómo el cerebro procesa información y cómo los humanos anhelan ciertas conexiones, hay pocos resultados moralmente objetivos, conclusivos o instructivos acerca del impacto del nuevo panorama de medios de comunicación en el cerebro. La ciencia del comportamiento tiene un gran camino por recorrer para de verdad entender el impacto de las redes sociales en las mentes de los jóvenes y saber si es “bueno” o “malo”. Pero eso no ha impedido que los medios de comunicación, los padres y los gobiernos en todo el mundo se planteen preguntas.

¿Es posible que muchas de las preguntas se originen tanto por miedo cultural como por curiosidad intelectual?

En un mundo donde la mayoría de sistemas sociales incluyen cierta forma de dominio o paternalismo, limitar el poder de los jóvenes parece ser un valor universalmente compartido. Ya sea por protección y amor u opresión y control, las sociedades buscan restringir el comportamiento de los jóvenes. Cualquier herramienta que incrementa exponencialmente el poder de los jóvenes casi siempre se percibe como si fuese algo intrínsecamente peligroso. Así, las redes sociales están entre lo más alarmante.

Existe un gran miedo acerca de lo que implica que los jóvenes posean este poder dentro de un marco personal, económico y político.

En un marco personal, existen numerosos ejemplos de jóvenes usando las redes sociales en maneras que demuestran su falta de madurez emocional y psicológica, en algunas ocasiones en su propio perjuicio o el perjuicio de otros. En un marco económico, los jóvenes tienen el poder de participar directamente con las marcas, volviéndose consumidores más poderosos, pero a la vez se vuelven también más vulnerables a los mensajes y abusos corporativos. Y una narrativa clave que ha surgido de muchos sucesos políticos de gran importancia en la historia reciente (de la elección de Barack Obama a los levantamientos en el mundo árabe) ha sido acerca del poder que los jóvenes ejercieron por medio del uso de las redes sociales. Es en este espacio entre la potenciación y la protección, la libertad y la restricción que yacen las mayores preguntas acerca de las redes sociales y la juventud.

Las oportunidades y los riesgos en cada uno de estos contextos son muchos. El reto entonces es que la sociedad en general perfeccione su habilidad para evaluar eficazmente, con respecto a los jóvenes y a las redes sociales, qué controles y restricciones son esenciales para su crecimiento y desarrollo saludables en base a la información actual y qué controles y restricciones se crean para mantener sistemas de control innecesarios y en ocasiones negativos. Estas son preguntas difíciles con las que las personas fuera de la comunidad científica tienen que lidiar.

Respecto a la ciencia, el veredicto todavía no se alcanza, y quizá no se alcance por mucho tiempo, acerca de si hay alguna ganancia o pérdida medible en el desarrollo del cerebro de los jóvenes, su comportamiento y sus habilidades como resultado del uso de las redes sociales. Pero lo que sí sabemos es que el mayor acceso al poder está teniendo un impacto tan dramático en el mundo de sus entornos como en sus jóvenes mentes.