Editorial

28/marzo/2015

 pluma editorialFue código no escrito.

Por años imperó la norma de que los presidentes de la República debían guardar silencio luego de su mandato. La consigna fue cubierta por la mayoría de los ex ejecutivos federales, hasta que Luis Echeverría Álvarez lanzó su ofensiva contra su sucesor, a lo que José López Portillo lanzó aquella simple pregunta ¿Tu también Luis?

Manuel Ávila Camacho fue el Presidente de la República que consiguió reunir a una serie de ex presidentes de México que mantenían distancia y hasta ciertos resentimientos entre ellos e inició el reparto de cargos públicos de bajo nivel, para mantener entretenidos y con salario a quienes le antecedieron en la Presidencia de la República.

Los ex presidentes de la República aceptaron gustosos las tareas que les fueron encomendadas y de esa manera Lázaro Cárdenas se convirtió en el benefactor de la Comisión del Río Balsas y Miguel Alemán Valdés en el santón del turismo.

Fue Gustavo Díaz Ordaz el primer ex presidente de México en recibir una encomienda más alta y representativa que las de sus colegas, al ser designado embajador de México en España.

Luis Echeverría también lo fue, aunque en las Islas Fidji, Australia y Nueva Zelanda, además de haber sido representante de México ante la UNESCO.

Miguel de la Madrid fue designado director del Fondo de Cultura Económica en tareas más intelectuales. Hasta ahí se detuvieron las designaciones de los ex Presidentes de la República, aunque no pararon las guerras intestinas sostenidas entre los titulares del Poder Ejecutivo y sus sucesores.

El distanciamiento entre Echeverría Álvarez y López Portillo fue momentáneo, ya que LEA asistía a los cumpleaños de “Jolopo”.

Con quien si mantuvo el distanciamiento Echeverría fue con Díaz Ordaz, pero por decisión del segundo. Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León mantienen la pugna desatada, primero por el “error de diciembre” y después por el encarcelamiento de Raúl Salinas de Gortari, que llevó al ex presidente Salinas a realizar una brevísima huelga de hambre y después convertirse en uno de los personajes más cuestionados de México.

Salinas de Gortari se marchó del país, pero su activismo se mantuvo, con constantes incursiones en México y la búsqueda de reflectores durante su estancia.

La llegada de Vicente Fox Quesada y con ello el arribo de un partido ajeno al que había gobernado durante 70 años trajo expresiones contra los ex mandatarios mexicanos, emanados del partido tricolor.

Zedillo Ponce de León guardó silencio y no existió la clásica polémica entre el ex presidente de la República y el siguiente Ejecutivo.

En el siguiente período sexenal, las cosas cambiaron, con todo y que Fox Quesada y su sucesor, Felipe Calderón Hinojosa, eran del mismo partido, el alejamiento entre los hombres del poder se mantuvo y las críticas del actual sobre el anterior y de éste sobre aquel fueron motivo de caricaturas y mucha tinta con sorna.

De Carlos Salinas de Gortari se dice que maneja algunos hilos de la política y que varios de los personajes del actual gobierno le deben su asignación a su recomendación o a que pertenecen a su equipo.

Así, los tonos de los ex presidentes, siguen subiendo.