Editorial

24/enero/2015

pluma editorialComo era de esperarse ante la descomposición política que vive el país, que se refleja en su mala calidad y desde luego en los llamados “chapulines” sin convicción partidista, aparecen ya los descalificativos, insultos, denuncias en busca de descalificar a personajes y a sus siglas políticas.

Esto se palpó en que de la nada, se registró un súbito enfrentamiento público entre dos chihuahuenses, que no se midieron en el respeto a sus posiciones, y menos ante sus representados, lo que ha generado un ruido en todas las estructuras de aquella entidad y que desde luego, es el canto abierto de uno contra otro, y que inevitablemente va a llegar a sus respetivos partidos.

Javier Corral, senador por Acción Nacional, fue exhibido por el gobernador de su estado natal; éste le cuestionó su pretensión a desestabilizar su gobierno por las afectaciones al grupo delictivo que opera en Ciudad Juárez.

Con un tono alejado del diálogo o de la civilidad que pregonan los partidos políticos, los dos personajes -César Horacio Duarte y Javier Corral- que se enfrentaron en las urnas en 2010 por el gobierno de Chihuahua, se lanzaron diversas acusaciones sobre las que destacan corrupción, impunidad y delincuencia organizada. Fue Corral quien lanzó las primeras acusaciones sobre la presunta corrupción del mandatario.

La historia versa sobre la presunta compra de acciones de un banco por parte del gobernador, haciendo uso de recursos públicos para negocios privados y la utilización de la institución financiera para todo tipo de transacciones.

Corral enarbola la bandera de la denuncia sobre ese y otros temas, donde acusa al gobernador de Chihuahua.

Sin embargo, Duarte no se quedó atrás y precisó que dos de los hermanos del senador panista han estado en la cárcel por delitos distintos. Uno por narcotráfico y otro por fraude.

La respuesta del gobernador hacia el senador no gustó al segundo, quien la consideró una bajeza, sacar a colación esos temas familiares.

Empero, el enfrentamiento verbal entre ambos -uno priísta y otro panista-, habla del nivel que mantiene la clase política del país, que acostumbra a lanzar denuestos, descalificaciones, acusaciones y golpes bajos, pero no le gusta que le refresquen la memoria.

Menos aprovechando la época electoral.