Tubo de ensayo

25/octubre/2018

 

René Delios

 

Desde luego que en la fiscalía tienen más que ubicados a los cotos de poder en el municipio de Chamula, los cuales intolerantes y prepotentes, se quieren imponer nuevamente a la voluntad popular, pese a que el resultado electoral de 2018 –y como en 2015- muestra que la voluntad popular en ese lugar ya no los quiere, por usufructuar no solo los presupuestos, sino también la voluntad de terceros, en aras de controlar ese municipio al que la administración saliente –y como siempre- dejó sin varo para el pago de compromisos públicos y laborales por decenas de millones de pesos.

 

Chamula es un ejemplo más de que en Chiapas se vulnera con suma facilidad el estado de derecho, y el cómo, so pretexto desgastado de los usos y costumbres –artificio para pisotear los derechos humanos y la ley-, esos grupos de caciques indígenas –generalmente priistas- sigan complicando el escenario social como lo hacen desde hace medio siglo.

 

Porque esto no se trata de recuperar el poder municipal para servir, sino para servirse; controlar el presupuesto municipal por parte de Luis Gómez Gómez –al autonombrado presidente de un consejo municipal ilegal- es mandar y ser a la vez, el principal operador de los indígenas ante las autoridades estatales y federales, por lo que se debe incluir al tráfico de influencias que es igual de rentable con la llegada de tanta ayuda internacional para “el desarrollo indígena” que la neta no ha cambiado en diez lustros.

 

Morena, -suponemos, conste- por convicción política anunciada, no va a permitir la corrupción en nombre de nada; menos revolviendo religión, política, costumbres a conveniencia como esos grupos caciquiles del PRI, que han zozobrado y extorsionado a la sociedad indígena del municipio de referencia, imponiendo sus costumbres religiosas y tendencias políticas y si no pues agreden o expulsan y obviamente despojan a los adversarios o convexos al protestantismo, según sea el caso.

 

Chamula es el sinónimo de la arbitrariedad, la prepotencia –insisto-, que puede terminar en una reacción social de hartazgo que debe ser atendida de inmediato para evitar enfrentamientos, aun la distracción de esa marcha de hondureños que para éste caso no puede verse como cortina para minimizar el problema en ese municipio que, ya tiene su historia.

 

Ya antes había pasado la intolerancia al mandato popular: el 25 de julio de 2016, en pleno centro de San Juan Chamula, asesinaron al alcalde de entonces –con un poco más de un año en funciones- Domingo López González del PVEM.

 

Esa fecha, el Fiscal General, Raciel López Salazar, precisó que los hechos violentos no respondían a un reclamo por falta de obras públicas, sino el intento violento de un grupo opositor de recuperar la presidencia municipal tras haber perdido las elecciones el año anterior, es decir, en 2015.

 

Hoy, este grupo, encabezado por un sin vergüenza más occidentalizado que el agua mineral y el Whisky  que ahora bebe, y que ya fue legislador federal por lo que no puede ignorar que está fuera de la ley -pues el voto directo no lo eligió como alcalde-, recurre a la estrategia de usos y costumbres que desde hace décadas sacan del cotón, y a la vez han usado como un impedimento etnológico que envuelven cuidadosamente con aspectos ancestrales o antropológicos y demás vainas, para imponer su determinación de manera violenta y hasta evitar la ley y otra vez, por sobre la mayoría que eligió a Morena para dirigir los destinos de ese ayuntamiento, se trata de imponer.

 

Luis Gómez Gómez, quien es el designado por “la base” para el consejo municipal  de marras que pretende “gobernar” Chamula según esto –y si se lo permite el Congreso del Estado-, es originario del paraje La Ventana. Ya la sabe: para 2018 fue designado como candidato a la presidencia municipal por el Partido Revolucionario Institucional, lo que antes lo convertía prácticamente el presidente municipal de facto.

 

Ahora no; la votación no eligió a Gómez Gómez, sino a Ponciano Gómez, quien ya dejó en claro que no va a dejar el cargo y ni va a pedir licencia.

 

Luis Gómez poco puede hacer si el Congreso no le da el reconocimiento a su consejo ilegal, y con ello no va a administrar el presupuesto municipal con lo que lo dejan sin poder.

 

En el fondo es eso: el dinero que le da poder y dominio sobre los parajes de ese municipio indígena en Los Altos de Chiapas, y que busca controlar a la mala aprovechando coyunturas y desde luego complicidades en posiciones de influencia para poder cuajar su golpe a la legalidad y desafiar a Morena, igual aprovechando aquello que dijo AMLO sobre el que no habrá represalias a la inconformidad, aunque no dijo nada sobre el que incluiría a aquellos que caigan en violación a la ley.

 

Y la última puede ser la artimaña de siempre para buscar negociar y pactar una posición dentro del gobierno próximo de Rutilio Escandón Cadenas, como acostumbran esos compas arbitrarios.