Las crónicas de un continuo despertar

19/abril/2018

 

Arít León Rodríguez

 

Su credo por encima de nuestros derechos, en lo conveniente y ajeno.

Es decir, imagine usted a la niña que mas quiere, su nieta, hija, hermana o sobrina que apenas hace unos años creía en la llegada de los Reyes Magos, con la que paso noches en vela, a la cual acunó y cargó, consiguió uniformes, zapatos, libros y lo poco o mucho que pudiera darle para cumplir sus fantasías infantiles.

Es niña, inocente y llena de juegos, un día caminando por la calle, es simplemente noqueada y desaparece.

En un miedo atroz, la familia comienza una búsqueda por todos lados, sufriendo ataques de personas diversas, responsabilizándoles de descuido, maltrato, liviandad de la niña, y terrores propios de la ausencia.

Con suerte, su niña es hallada, con vida, pero extremadamente lastimada, abusada, violentada y traumatizada en todo sentido.

La pesadilla no termina, puesto que entre denuncias, demandas, rectificaciones y atenciones medicas se detecta un embarazo. ¿Cómo alguien podría violentar a una niña que no sabe de maldad?

Buscan, con todos los medios ayudarla, ella tiene miedo, ustedes no tienen los recursos, ni el espacio, ni ella la capacidad física, pero un embarazo amenaza el futuro de esa niña tan amada.

En la escuela los comentarios fluyen, la niña tiene miedo, no quiere vivir, no quiere salir, no quiere parir.

La ley debería ampararle ¿cierto? Porque al violador solo le dan siete años promedio por lo que ha hecho, pero ¿ella, ustedes? ¿Cuanto tiempo tarda en superarse el miedo, la burla, el señalamiento, la pobreza, el peligro y el dolor infinito que es parir sin desearlo?

Puesto que, en México, existen sujetos que amparados en una fe huidiza e hipócrita, le niegan el derecho a mujeres y niñas violadas a interrumpir embarazos tempranos y se creen héroes.

¿Cómo podemos llamarles a los que forzan partos para después abortar al bebe nacido y a la madre violada de la sociedad?

Justo hace unos días la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) amparó a una mujer en contra del Hospital General “Dr. Aurelio Valdivieso” de Oaxaca, por la negativa de interrumpir el embarazo derivado de una violación sexual y resolvió que las instituciones de salud deben contar con políticas de salubridad para atender este tipo de casos como urgentes.

Lo saben, la ley lo ordena.

¿Entonces?

¿Cárcel para las mujeres que abortan, pero nada para el que obliga a parir?

 

***

 

En nuestro país se calcula que más del 80 por ciento de la población se auto medica, es decir, usa medicamentos por iniciativa propia sin indicación médica y sin receta.

La automedicación en un hábito común en nuestra sociedad y no está exento de riesgos: utilizamos medicamentos para el dolor de cabeza, para problemas gástricos, para relajarnos, para la tos, para la alergia, etc.

Una muerte reciente en Monterrey viene a retomar un tema bastante mencionado a lo largo del tiempo. Somos bien dados a auto recetarnos para todo, especialmente por medicamentos que nos recomiendan en la televisión o redes, con cero asesorías médicas y una vez más, nadie dice nada a las farmacéuticas ni a las televisoras nacionales que se llenan la bolsa con la necesidad e ignorancia de la plebe.