Tubo de ensayo

17/marzo/2018

 

René Delios

 

Las concesiones las da el estado para que particulares cumplan con la obligación que les compete, sea una ruta colectiva, placas de taxi, una mina, abrir una escuela o en el caso del espacio radio eléctrico, explotar una frecuencia modulada de TV o Radio.

La otra es que no se espera que los concesionarios sean críticos del ente que los genera, de allí que también, por ese rubro, los particulares no están atentos del acontecer diario en un poblado, estado o nuestro país.

Sin embargo, en torno a medios radioeléctricos, esas concesionarias tiene una relación comercial con quien le otorga los permisos, y desde luego esos montos son altos, en especial en el caso de cadenas nacionales, cuya factura anual debe ser importante como para soportar una ola de desprestigio como el que viven no pocas concesionarias, como Televisa por ejemplo, que toman partido en los procesos electorales.

Porque este asunto es de intereses político económico, queda claro.

Coincido con el sentido de que, se trata de libertad de expresión, no de una empresa; es un derecho constitucional además de inherente al pensamiento humano y su derecho a manifestarse, tan así que ha sido eso lo que hace progresar a la humanidad.

Que los empresarios no vean y simplifiquen el hecho como un “abuso de confianza” de un comunicador, no diluye que es claro que la influencia de alguien tiene mucho que ver en los ejercicio de censura y consecuente suspensión de proyectos, y refleja, también por enésima vez, la prepotencia de los rescoldos de que en México se aplica la censura.

Existe porque se practica, pero la censura no es verdad; no es sustancia activa para el beneficio colectivo, y contrario censu, es una bofetada a la conciencia pública que -como lo demuestra la historia humana- reacciona y arremete en contra de esta.

Por eso diseñaron la otra: la guerra sucia.

Cada quien sabe a qué se mete cuando acepta trabajar con medios, se entiende las limitaciones tácitas, pero de vez en vez hay que reflejar que hay calidad, contenido, periodismo pues.

Así, en el sexenio, ha habido casos de resonancia como fue Casa Blanca, periodismo a secas, que costó la salida de Carmen Aristegui de MVS, hace algunos ayeres.

Cuando eso pasa uno sabe que rompió el trato, que el riesgo de despido es inminente, que desde el aparato mismo habrá muchos que se quieren lucir “con el jefe”, y hostigan, bombardean, presionan a los empresarios de medios hasta que logran “deshacerse de esa -en éste caso- periodista incómoda”.

¿Pero ganaron en el gobierno imagen ante la opinión pública?

Contrariamente el presidente con el más bajo rating popular de la historia sigue acumulando puntos en contra, que se traducen a la imagen de su gobierno y con ello, de su partido en éste año electoral.

No deben de estar muy contentos en el PRI con éste suceso mal calculado de nombrar un candidato sin presencia: evidencia que el gobierno de Peña no acepta del todo el periodismo crítico.

La verdad poco importa; con sus excesos las redes sociales ganan terreno, aun los riesgos pues en éstas la censura ahora sí que se censura.

Por miles las críticas al gobierno o candidatos, se multiplican además de la solidaridad de los ciudadanos en casos en que los medios ordinarios omiten o manipulan la realidad.

Es un factor que también tiene que ir de la mano con el ejercicio democrático: la libertad de expresión, pero la buena, la de calidad, no la manipulada sea del gobierno o la sociedad misma.

Hay bastante trabajo pues.