Editorial

16/marzo/2018

 

Desde luego que México no solo debería prepararse para que no se dé positivamente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sino para abrirse a más mercados ya lejos de un vecino que por siglos, ha sido distante, y cuyas relaciones han sido “cordiales” pero nunca excelentes.

Esa es la verdad.

Muchos han cuestionado que los Estados Unidos ven a México como su traspatio: eso quisieran; la verdad los gobiernos mexicanos salvo los panistas, no han sido del todo disponibles a las disposiciones de los gobiernos gringos: el ejemplo de apoyo mexicano –en la era del PRI- a Cuba lo refrenda, lo que no fue nunca de la simpatía del vecino poderoso.

Ciertamente con eso de la no intervención que México practicó a todo lo largo del siglo pasado, se abstuvo de externar su opinión de la atrocidad que cometían los vecinos a nombre de la democracia, de la libertad, del estado de derecho y los derechos humanos.

Pero eso acabó a partir del gobierno de Fox, y se fue incrementando incluso en la administración de Peña Nieto, y más ahora en que refrendó recientemente que México, definitivamente, no pagará el muro, en momentos en que Trump llegó a California a revisar los prototipos para esa construcción kilométrica.

Por eso la propuesta de que México y Canadá deberían prepararse para un Tratado de Libre Comercio de América del Norte sin Estados Unidos, como dijo el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo en el Foro Económico Mundial sobre América Latina en Sao Paulo.

Hay que buscar otros mercados: es bueno haber firmado el acuerdo de la Alianza del Pacífico, un enorme mercado casi el doble del potencial de consumo norteamericano.

Es buen comienzo.