Tubo de ensayo

20/febrero/2018

 

René Delios

 

Una cosa es la mala política y otra la política a la mala.

¿Cuál padecemos en Chiapas?

Parece que ambas.

En un ensayo el argentino Carlos Sacchetto señala que “hay tres preguntas básicas que aportan al análisis: ¿Cómo no cuestionar a la política cuando no es capaz de depurarse a sí misma? ¿Cómo no cuestionar a la Justicia cuando son los propios magistrados los que anteponen otros intereses a los de la ley? Y también frente a este estado de cosas, ¿cómo no cuestionar a la sociedad por su indiferencia y malas decisiones electorales?”

En México no podemos disociar al país entidad por entidad; el fenómeno de la mala calidad de y en la política se registra en cada una, y refleja incluso la terquedad de seguir imponiendo personajes aun sean malos elementos que, lo han demostrado en su actuar político y administrativo, y aun con eso se sigue -para éste 2018- en lo mismo violando normas y leyes, tanto del partido como del proceso electoral.

La cuestión es que pese a ello, sus seguidores deslizan esas cosas a analizar y en vez de citarlas también las ocultan destacando la de los adversarios políticos, sean partidos o personajes, contribuyendo a lo malo, esa es la verdad, para que llegue a los puestos de elección popular.

Es decir, por ejemplo, dicen o prometen un combate a la corrupción, cuando ejercen la corrupción política, el tráfico de influencias y la guerra sucia, para imponerse, eliminar primero a los adversarios internos y luego a los contendientes electorales, no con calidad sino con todo lo contrario: la muestra de una pobre capacidad para hacer y ejercer la buena política.

Lo que no se genera no crece, y si no se da la democracia pues cómo la vamos a practicar.

He insistido en que, los candidatos posibles, en todos los partidos, derivan de “palomeos” en los listados aprobados en las dirigencias nacionales, sin consulta mínima a las bases, y la resuelven con eso de las convenciones, encuestas y una serie de tecnisismos que no promueven la democracia, disfrazan la pluralidad y contaminan el proceso.

Entonces votamos por lo que hay, no por lo que debería de haber.

Eso que hay responde a determinaciones cupulares, a los intereses de éstas y no a los votantes, y es por eso que vemos determinaciones de gobierno no solo mal planteadas, sino también de pobres resultados.

Esto se refleja en el mínimo de beneficio en el pueblo mientras las súper estructuras crecen, y así ha sido por sexenios en México.

En el sexenio que viene por lo que se ve va a seguir lo mismo, con diferentes matices, sean populistas o tecnócratas, que al final de cuentas no aterrizan en lo único que puede hacer crecer el bienestar social como lo es un salario digno y políticas sociales no solo incluyentes, sino también de desarrollo social, entendiendo esto con posibilidades de crecer, de ser autónomos y no quedar sitiados en los programas subsidiados año con año.

En ese sentido también nos marginan, nos dominan, nos hacen dependientes.