Tubo de ensayo

19/febrero/2018

 

René Delios

 

¿Los priístas están dispuestos a recuperar Chiapas?

Porque no veo un despliegue a favor de Roberto Albores Gleason, después de la concentración masiva de su unción como candidato priista al gobierno del estado.

Pero el asunto es que, mientras en Chiapas pareciera que es por ahí, en Tabasco y Veracruz las cosas se ven de baja intensidad entre priistas, sabedores que, nada que hacer ante la derecha por un lado y la izquierda por otro en esas entidades del golfo.

El panismo contrario a la pobre versión que se manipula en las redes, está fuerte entre los jarochos, como el Morena crece diametralmente entre los tabasqueños, la tierra de AMLO.

Si la recordamos los priistas empezaron a perder la cintura mexicana con Chiapas, luego Oaxaca, Puebla, Tabasco y finalmente Veracruz.

Con todo y eso los caciquismos estructurales del tricolor no reaccionaron porque no estaban acostumbrados a perder y, en ese afán simulan.

En Oaxaca recuperaron el gobierno con el hijo de un ex gobernador –Pepé Murat-, y hasta ahí, no más y buscan al parecer en serio, hacer lo propio en nuestra entidad, por lo que se vio hace unos días en esa concentración en el Foro Chiapas, que me parece mero bloff, y que no es para nada indicativo de fuerza ante la división existente al interior priista, que están esperando si, José Antonio Aguilar Bodegas, sale bajo la propuesta externa por parte del Chiapas al Frente.

Obvio que, sería un fenómeno político extraño, no nuevo, pues hay que recordar aquello de “Soy priista, pero voy con Pablo”, y que también se dio con Juan Sabines seis años después.

Desde luego que el señor Albores es referencia de lo mismo que resulte en cada coalición o frente: la imposición, vieja práctica cancina que no gusta en los electores y menos en la joven que, no dada al análisis lo recibe digerido por todo tipo de medio los más imprecisos y confusos, y que son consecuencia de la llamada guerra sucia que tanto daño –neta- le hace a la democracia.

Regresamos a lo mismo y otra vez tenemos imposiciones y ello no convoca y menos ante la discusión que oscila entre un mal gobierno y un mal partido.

A reserva de a quien proponga el PRI en Veracruz, en Tabasco es la diputada federal Georgina Trujillo, para muchos mandada a perder ante Morena; Trujillo Zentella es una diputada federal plurinominal, y quien no ha tenido roce con las bases de su partido, además de que es muy distante de las nuevas generaciones del tricolor tabasqueño, aparte de que las encuestas favorecen a Adán Augusto López Hernández, el abanderado de Morena al gobierno de Tabasco, entidad que para muchos ya es de ese partido; López Hernández, es cuñado de Rutilio Escandón Cadenas.

Senador con licencia, éste señor inició en el PRI su carrera política, para pasar luego al PRD dónde militó por años; es gente de siempre de Andrés Manuel.

En Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez fue ratificado por la Asamblea estatal de Morena, como candidato a gobernador por la coalición “Juntos Haremos Historia”, integrada por el Partido Encuentro Social y el Partido del Trabajo, en tanto por el PRI va José Francisco Yunes Zorrilla,  es el candidato tricolor.

Contrario a Chiapas en que se supone –no sé por qué; tiene 18 años que no es gobierno-, que el PRI es el partido a vencer, en esas entidades del golfo de México pasa algo curioso: en Tabasco cuestionan al gobernador perredista por su ineficiencia sí, pero sobre todo por los alarmantes niveles de inseguridad; lo mismo pasa en Veracruz, pero el mandatario no es tan severamente cuestionado por eso, sino por la evidente intensión de continuidad en la sucesión de éste año, en que su hijo es a todas luces el candidato panista a la gubernatura, cosa que desde luego no ven mal los panistas y sí los perredistas que tenían la esperanza de que el abanderado para 2018 fuera militante de su partido, idea que se derrumbó cuando, para la presidencial, el Sol Azteca se la cedió al PAN por concertasesión.

Así está la cosa.