Editorial

20/febrero/2018

 

En la reunión entre parlamentarios de México y Canadá, el presidente del Senado, Ernesto Cordero, pidió a sus pares canadienses no caer en la trampa de Estados Unidos para negociar de forma bilateral.

Ante esta petición, que a esas alturas lleva tinte de posibilidad, se dijo en la reunión que no ven “una negociación bilateral con Estados Unidos; para nosotros –los mexicanos- es un acuerdo trilateral y yo los invito a que ustedes tampoco caigan en la tentación y en la trampa de negociar bilateralmente un tratado con Estados Unidos, esto es un asunto de tres y nos ha ido bien a los tres”.

A esto, y enseguida según las crónicas, el presidente del Senado de Canadá, George Furey, contestó que su país se compromete a tener un acuerdo comercial entre tres países: “Les puedo asegurar que Canadá está comprometido con nuestros socios y amigos en México y estamos totalmente apoyando este compromiso para un TLCAN trilateral. Canadá sabe que juntos, como amigos y colegas somos mejores y más fuertes que aparte”, fue la respuesta.

¿Pero por qué las sospechas de una posible negociación bilateral de EU por sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con uno de los dos países socios?

Por su parte la comisión negociadora de Estados Unidos no ha emitido comunicado alguno, ni aceptando y ni desmintiendo nada.

La séptima reunión de las negociaciones del TLCAN, se dará en breve, y se supone que resta un diez por ciento del documento propuesto, que son los puntos más álgidos y diferenciados.

Faltará ver qué sucede entre los parlamentarios y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, para hablar de la modernización de este instrumento comercial que aún tiene mucho que pulir más a petición de Donald Trump que de los comerciantes y empresarios de su país.