Tubo de ensayo

17/enero/2018

 

René Delios

 

Eduardo Ramírez Aguilar ha sostenido en diversas entrevistas que es partidario de las coaliciones, entendiendo esto no solo como respuesta a una pluralidad política en una sociedad como la chiapaneca, sino también como consecuencia de hacer propuestas de gobierno primero y líneas de acción gubernamental después, lo derivado de esa pluralidad en el caso de que esa coalición de que se trate, sea beneficiada por el voto.

Mucho se ha hablado de la escasa posibilidad de una alianza o coalición entre el PRI y el PVEM, en especial porque desde ambas posturas se tiene el objetivo de presidirla con candidato propio, y desde luego solo tiene que haber un candidato.

Contrario al PRI en dónde la casi precandidatura de Roberto Albores ha estado rodeada de polémica y más a partir de la renuncia de José Antonio Aguilar Bodegas, en el verde ecologista no se registra esa situación y Eduardo Ramírez es el más posicionado hacia esa posibilidad.

Contrariamente su dirigente estatal, Ramírez Aguilar sostiene que la postura de su partido es porque desde la base plantean que sean ellos –el PVEM- los que compitan con su propuesta, y que desde luego señala que tienen la suficiente estructura electoral para enfrentar el proceso a gobernador del estado.

No fuera de la polémica, Ramírez Aguilar no tiene fácil la elección, aunque políticamente ya hizo lo necesario para ser identificado por los electores chiapanecos.

Mínimo habrá siete contendientes a gobernador, cuatro de partido y tres independientes, lo que significa realizar el trabajo político necesario ante un Morena -y aliados- pujante y otro par de coaliciones posibles encabezados por el PRI por un lado y el MC por otro, sino es que en éste último caso se fracture el frente por Chiapas ante un grupo joseanista que llegó después a incluirse en el procedimiento de precandidatura, así como secuelas políticas del pasado como Rubén Velázquez.

Desde luego que tendrán que darse las definiciones para poder contar con un escenario político para 2018, y en la medida que avance el proceso hacer las mediciones y proyectar posibilidades.

Para la estadística las de Ramírez Aguilar son altas, incluso por encima del priista Albores que, parece confiado de la estructura legendaria del priismo aun lleve 18 años sin activarse al cien, en el entendido que desde 2000 no es gobierno, y que en los últimos dos años el priista enfrentó desacuerdos con cuadros de su partido por el dominio del CDE del PRI.

 

Matraz

 

Si las estadísticas no varían hasta el día de la elección, y Andrés Manuel López Obrador llega a la silla presidencial, gobernadores en funciones pero sobre todo los nueve de nuevo ingreso a elegirse este año, iniciarán administración con el tabasqueño como titular del poder ejecutivo.

No he observado que esa posibilidad haya animado de los gobernadores en funciones a acercarse políticamente al equipo de Morena, menos a su abanderado, aunque por lo visto en la ciudad de México en que Morena rechaza como batea todo intento de conciliación del gobierno perredista de Mancera, parece que más o menos van las líneas por ese rumbo en las entidades del país, al menos de manera pública.

El precandidato de Morena viene en breve a Chiapas, en una gira de una semana a una entidad que conoce –y en dónde se dice que mantiene cierta cercanía con el mandatario vía su abuelo y su madre-, en la que viven dos de sus hermanos, en la que vivieron sus padres y creo reposan ya en el seno de la tierra chiapaneca, por lo que debe haber un interés especial de su parte.

Chiapas es el referente de subdesarrollo humano y ausencia institucional que es reto para todo gobierno e imagino que para ese candidato que por mucho tiempo ha pregonado que va a combatir la pobreza.

A López Obrador lo que es Chiapas no hay que platicárselo, pero sí recordarle que como Oaxaca y Guerrero y algunos puntos dentro de los estados del país no solo indígenas, la erradicación de la pobreza debe ser asunto de estado.

De ese tamaño.