Arít León Rodríguez
La violencia contra las mujeres en política limita las oportunidades políticas de las mujeres y dificulta el ejercicio de sus derechos políticos, incluyendo sus derechos como votantes, candidatas, simpatizantes de partidos o funcionarias públicas.
La vemos durante las campañas electorales, y conforme se escalan posiciones políticas, las que realizan una labor política llegan a sufrir presiones indistintas e inimaginables para renunciar a sus puestos debido a su género, o ser amenazadas o intimidadas verbalmente por el hecho de ser mujeres.
Puede ser que incluyendo imágenes y estereotipos sexistas representados en los medios de comunicación, se centran en los cuerpos de las mujeres, en su sexualidad y en los roles tradicionales -peor en el caso de mujeres indígenas- especialmente en lugar de en su competencia, capacidad y aportación como líderes, es repulsivo que sea posible minimizar a una candidata indígena por su origen y hacer burla de ello en cualquier espacio y no ser sancionado, como ha sucedido con los detractores y agresores de María de Jesús Patricio Martínez, mujer indígena nahua de Tuxpan, Jalisco, reconocida por preservar la medicina tradicional y herbolaria y candidata independiente a la presidencia.
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Un medicamento genérico es todo aquel que presenta la misma composición cualitativa y cuantitativa en principios activos y la misma forma farmacéutica que un medicamento original y se reconoce por tener en el etiquetado las siglas EFG (Equivalente Farmacéutico Genérico).
La principal diferencia está en la denominación: el medicamento genérico adquiere el nombre de la sustancia medicinal que lo compone. Los genéricos se comercializan en el mercado una vez que la patente del medicamento original ha caducado y que ha sido autorizado por el Ministerio de Sanidad.
La ventaja principal de los medicamentos genéricos radica en el ahorro del precio final de venta al público, que puede suponer hasta un 60% menos que el precio del medicamento original, ya que sobre los genéricos no repercuten las inversiones realizadas por cada compañía farmacéutica en descubrir el medicamento.
Mikel Arriola, titular del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), quien señaló que hace cinco años la población más pobre llegaba a gastar en este aspecto hasta cinco por ciento de su ingreso, precio de medicación genérica, la cual en modalidades de patente, resultan incosteables para el mexicano promedio.
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Causó sorna entre algunas personas cuando se mencionó que se eliminarán los concursos de belleza en escuelas de Chiapas por considerarlos discriminatorios, sexistas y por promover una competencia a partir de la imagen de las alumnas y la popularidad, cosificándolas y obviamente sacando beneficios económicos de su apariencia.
La belleza, si bien siempre difícil de definir, es algo inherente a todos los seres humanos aunque no se le haya problematizado en forma explícita, hasta hace poco cuando en las últimas décadas la explotación de la misma e imposición de estereotipos se hayan extendido y sobregirado en medios comerciales y mercadológicos.
Entendámosla, para dar un marco general mínimo a partir del que poder seguir hablando del asunto y sea entendible, últimamente ha sido enfocada como la búsqueda del placer estético, el placer de los sentidos.
La belleza, de origen va de la mano de lo sublime, de lo que en términos perceptivos nos deleita. De las artes, sin dudas –quizá la forma superior de búsqueda de la belleza- pero también la podemos encontrar en la cotidianeidad, en cada pequeño detalle de la vida práctica.
El punto toral es cuando catalogamos la belleza humana.
En sí, ¿es la belleza algo material o espiritual? En el sufijo de que si, convengamos que efectivamente sí hay belleza humana. Entonces determinamos quién es bello y quién es feo.
¿Con qué criterios medir eso? Y más aún –hablando de ética–: ¿es posible medirlo? ¿Para qué medirlo? ¿Y con qué fin?
