Las crónicas de un continuo despertar

25/septiembre/2017

 

Arít León Rodríguez

 

Una de las noches más largas en Chiapas y el sur de México fueron vividas el jueves siete de septiembre tras el terremoto que sacudió la entidad alrededor de la media noche.

Con una magnitud impresionante, este terremoto de 8,3 grados que nos ha dejado impresionados.

En algunas zonas –como en mi casa- la luz se fue por varias horas, y la consternación nos dejó en vilo por muchas horas.

En Oaxaca se reportaron 78 muertes causadas por el sismo; en Chiapas, 18 fallecidos, y en Tabasco, solo 4 víctimas, para hacer un total de 100 fallecimientos, según lo registrado hasta el 15 de septiembre siendo su mayoría por afecciones cardiacas, aplastamientos y derivados de enfermedades previas que empeoraron.

El Sismológico Nacional reportó que el sismo inició a las 23:49 horas y tuvo como epicentro Tonalá, Chiapas. Se sintió en las zonas centro y sur del país, pero la realidad es que hasta en Rusia, se sintieron los efectos de este acomodamiento tectonal.

Poco después del primer temblor, hemos sido aderezados por replicas,  ya miles de ellas, la mayor de todas, de 6.1 en la escala Richter, a 72 km de Salina de Cruz, Oaxaca.

Ni que decir, oiga, de lo que está pasando Oaxaca. En Juchitán colapsó el palacio municipal, también el mercado y un hotel y mencionan que alrededor de 300 casas han sido destruidas totalmente, algunas con sus habitantes dentro y la inundación cruel que les está amenazando.

Nos dimos de frente con el sismo de mayor magnitud en los últimos 100 años en México, con más fuerza que el de 1985 (fue de 8.1 grados) siendo que el de 1985 tuvo epicentro en las costas de Jalisco y Michoacán y fue trepidatorio, a diferencia de este, que ha sido oscilatorio.

La respuesta de las autoridades locales fue rápida, en Tuxtla hubo daños a casas y escuelas, pero los daños más graves y los que en efecto son más directos son los que han sufrido los Hospitales Gilberto Gómez Maza, Rafael Pascasio Gamboa y el del ISSSTE.

La madrugada del viernes halló a pacientes, médicos y enfermería apostados a las afueras de los hospitales en lo que se determinaba la seguridad de las instalaciones. Y para desgracia nuestra han detallado que los hospitales no son seguros.

Las casas y propiedades dañadas esperan vacías y desvencijadas –como nuestro ánimo- respuestas del Gobierno Federal, todavía. Oaxaca seguía en espera de respuestas y atención de quien pudiera brindarle atención.

Juchitán quedo herido, devastado y necesitando ayuda. Al igual que Tonalá y Paredón, que esperan respuestas en medio de la incertidumbre.

La entrega de víveres sigue fluyendo de manera directa por parte de la ciudadanía ante algunos episodios dantescos ligados a lo corrupción de algunos políticos del centro del país. Sera un proceso largo para todo el país,  en donde no solo una vez tendremos que ayudar a quienes hoy siguen sumergidos en el limbo.