Las crónicas de un continuo despertar 

19/septiembre/2017

Arít León Rodríguez

 

Oigan, seguimos con lo mismo. Decir cosas que solo por tener espacios se mencionan sin pensar que esto impacta en las demás personas y especialmente las que no tienen criterios de comparación muy fiables.

Un periodista de Puebla, -y según abogado también- acusa a la joven muerta en aquel estado de ser la culpable en un 50% de su muerte por estar ebria.

La otra mitad, es decir, el medio culpable es el pobre taxista que la llevo a su casa y la vio seductoramente dormida, incitándolo a llevarla a un motel y ahorcarla dentro del mismo.

Esto me hace mucho eco porque sujetos como Arturo Rueda, -pseudoperiodista- revictimizan a las víctimas de la violencia sexual feminicida, minimizándola. ¿Por qué minimizarías algo?

Simple, porque para ti es algo muy normal. Por lo pronto, nos hallamos ante uno de tantos episodios en los que las defensoras son las acusadas, la victima la responsable y el asesino violador un sujeto asediado por insanas propuestas ineludibles.

¿Se da cuenta que tan torcido está el país?

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Ayer leía como les explotaba la cabeza a varias personas que ante la nota de que el héroe revolucionario e ícono del machismo mexicano, Emiliano Zapata era bisexual.

La historia señala que Zapata tenía cierta obsesión con su masculinidad, la pose de tipo rudo, la mirada insistentemente retadora y el centenar de mujeres con las que mantuvo relaciones sexuales y afectuosas le dieron el mote de macho mexicano pero amaba a los hombres también.

México siempre ha tenido una visión no tan binaria de la sexualidad, pero se ensombreció con el tabú brindado por los ritos católicos y la profesión de su fe.

Los datos sobre los pueblos precolombinos y de la primera época de la colonización son escasos y confusos. Los cronistas describían a menudo las costumbres indias que les sorprendían o que desaprobaban, pero tendían a tomar una postura acusadora o de disculpa, lo que convierte en imposible distinguir entre realidad y propaganda. En general, parece que los mexicas eran tan homófobos como los españoles y que otros pueblos indígenas tendían a ser mucho más tolerantes, hasta el punto de honrar a los berdaches, los «dos espíritus», como chamanes.

Pero bueno, el más grande amante de Zapata fue nada menos que el yerno de Porfirio Díaz, Ignacio de la Torre. Lo conoció mucho tiempo y según el diario de la esposa de este, les halló en pleno acto en la caballeriza.

La situación está cambiando en el siglo XXI, en parte gracias al descubrimiento del colectivo LGBT como potenciales consumidores, el llamado dinero rosa, y turistas. Se han creado leyes para combatir la discriminación (2003) y dos entidades federativas, la Ciudad de México y el Estado de Coahuila, han legalizado las uniones civiles de homosexuales.

El 21 de diciembre de 2009, a pesar de la oposición de la Iglesia, el Gobierno de la Ciudad de México aprobó el matrimonio homosexual, con 39 votos a favor, 20 en contra y 5 abstenciones, convirtiéndose en la primera ciudad de América Latina en hacerlo. Sin embargo, México seguía siendo en 2007 uno de los países en los que más delitos se cometen contra la comunidad LGBT, siendo asesinada una persona en un crimen homofóbico cada dos días, es más, a Zapata gustaba de fusilar homosexuales y en público les trataba de forma humillante y despectiva.

Actualmente Campeche, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Colima, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Puebla y Quintana Roo, además de la capital del país, la Ciudad de México, son las únicas entidades que plantean matrimonio igualitario en México, así como la posibilidad de acceder mecanismos de adopción por parejas homoparentales, o conformadas por personas del mismo sexo.

Así que, una vez más volvemos a lo mismo. Nada es lo que parece, y ante todo, debemos estar conscientes que el ejercicio de nuestra libertad no tiene por qué dañar a otras personas, ya que eso es la simple y llana manifestación de nuestras propias ataduras.