Tubo de ensayo

17/agosto/2017

 

Rene Delios

 

Ya están amarrando navajas con eso de Odebrecht y la elección de 2012.

Pasa lo mismo que con los casos de Julión y Márquez, exhibidos sin ninguna prueba real de lavado de dinero que no sea que las empresas de referencia son de un narco.

En los últimos años, en especial en este sexenio –y eso pocos lo reconocen-  se han registrado un cúmulo de denuncias, acusaciones y señalamientos que se hace sobre personajes públicos, por todo tipo de saqueos y fraudes al erario, y que desde luego han desembocado como nunca, en la detención y proceso de ex gobernadores, a la fecha cinco priistas y un panista, en tanto uno anda prófugo.

No es la primera vez que se registra el hecho de que artistas, en especial de norteñas, han sido señalados de tener amistad con gente del crimen organizado, y en esas no pocos han caído abatidos a balazos sin muchas explicaciones hasta que por casualidad se atrapa a uno de los sicarios que le dio muerte, como sucedió con el asesino del cantante de Capaz de la Sierra O el solista Valentín Elizalde.

Los mataron por simplezas, y desde luego por la soberbia de los jefes del crimen organizado que no soportan desdenes y se sienten dueños de vidas y honras.

Luego de Kate del Castillo y el caso del Chapo Guzmán, se iniciaron las sospechas de que gente de la farándula, se dejaba querer por esos criminales y le aceptaban jugosos contratos para sus fiestas particulares.

Desde ahí continuamente los personajes públicos, artistas, deportistas y, principalmente, políticos, se encuentran inmersos en una serie de precisiones que la población no alcanza a digerir rápidamente y es cuando lo que no sabe al cien, pues lo compone y más cuando los casos se dan en hilera, que hasta parecen mandados a hacer.

Aunado a esto, tenemos por desgracia, la fama de corruptos que nos coloca en los listados más negros del mundo.

Por eso cuando a nivel mundial se dan notas sobre políticos mexicanos buscados por robar a su pueblo, y la autoridad le coloca también como motivo asociación delictuosa por lavado de dinero, pues el nombre de México se vuelve a enlodar en tanto la autoridad federal cree que con eso limpia lo mucho que han manchado los funcionarios públicos.

Aparte aparece que México es una nación que dio apertura y que han llegado en inversiones más de 142 mil millones de dólares de inversión en el sexenio, pero a la vez se le cuestiona por tener una democracia inconclusa que provoca muchas dudas y un aparato de justicia que provoca más.

México es para los inversionistas el petróleo, es cierto, pero también el turismo, y para no pocos investigadores e intelectuales, su historia y riqueza étnica.

Con todo y eso, vuelven a aparecer nombres y se vuelve a manchar la imagen del país, con eso de que el narco está cerca de los artistas y del deporte.

Esa imagen no es buena, no puede serlo.

Y el punto es que acá adentro, tan resentidos como pueblo, los más la creen y se le fueron a la yugular a Julión y Márquez, y luego apareció lo de Odebrecht y la acusación sin pruebas de que Emilio Lozoya Austin había sido sobornado, y que ese varo había servido posiblemente para la campaña priista de 2012.

Y luego de eso, la cargada, pensando que destazan al hoy presidente que, impopular como no ha habido otro, ni se inmuta sino presentan pruebas.

Emilio Lozoya Austin, de 42 años, fue designado director de Pemex a los 38, lo que llamó la atención por llegar tan joven a la principal empresa paraestatal.

La fama musical de Julión, el reconocimiento mundial a Márquez y el prestigio de Lozoya como excelente administrador, en unos días se enlodaron. Bastaron unas notas de prensa para que todo se hiciera viral, y éstos jóvenes con mucho futuro, de pronto se topan con pared, en dónde los grafiteros de los medios y las redes escribieron que son corruptos.

Poco a valido sus desmentidos, se impone el morbo, el “debe ser cierto”, y no le otorgamos el beneficio de la duda.