Las crónicas de un continuo despertar 

16/agosto/2017

 

Arít León Rodríguez

 

Cada año en el mundo se intoxican cerca de 3 millones de personas por el uso de agrotóxicos. Mueren más de 220 mil. Esto significa 660 muertes por día, 25 muertes por hora. El programa de vigilancia epidemiológica de los Ministerios de Salud y la Organización Panamericana de la Salud en 7 países de Centro América, estima que cada año, 400.000 personas se intoxican por plaguicidas.

Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se dio a conocer que un aproximado de 5 millones de personas anualmente, sufren elevados niveles de intoxicación debido a diferente agrotóxicos, se estima que de esta cifra fallecen cerca de 900.000,o sea casi el 20%.

Los índices de cáncer en México han aumentado a partir de 1989, se registró como la segunda causa de muerte del país. Ese año hubo 40,628 muertes (48.2 por 100 mil habitantes). Curiosamente en la ciudad de Comitán, donde se crían muchos cerdos y en la región Costa de Chiapas, el alto índice de personas con cáncer de estómago ubica a la ciudad en el primer lugar a nivel mundial en esta enfermedad.

En la Zona Altos el lindado también es frecuentemente usado por los promotores de la Secretaría de Salud para la aplicación en niños y niñas hasta de cuatro meses de nacidos para combatir los piojos del cabello. La IARC como la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (US EPA) ha clasificado al lindano como un posible carcinógeno humano.

Este producto se utiliza en Chiapas desde 1957, y hay municipios como Mazatán, que registran el cáncer como la cuarta causa de muerte.

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Tras muchos años de estudios frenados por las mismas empresas cárnicas, la OMS ha soltado la bomba que ya se sabía a priori: las carnes que se venden hoy, son cancerígenas.

Con componentes que ya no son propios ni de los animales que nos dicen vender procesados, estamos consumiendo lo equivalente a agarrar a mordidas a una lámina de asbesto, de ése que desde hace treinta años fue prohibido en Estados Unidos y que en las rancherías mexicanas se sigue viendo como techo de muchas, muchas casas.

Imposible que no sea dañina, para poder preparar una salchicha, animales enteros (con pezuñas y piel) son arrojados a una especie de molino que los tritura y después son “lavados” con químicos que llegan al nivel de la lejía, y aderezados con saborizantes y colorantes que les dan una textura, color y sabor bastante llamativo.

Si usted cree que por comprar salchichas de pollo ó pavo, se ha salvado -como lo hice yo- lamento informarle que no es cierto. No están hechas de pollo en su totalidad.

Es más si ha comprado toda la vida productos embutidos sean jamón ó salchichas de marcas “reconocidas” y de precios altos con miras de comer más sano y mejor, le informo también que lo único que ha comprado es un mejor saborizante.

Todas las carnes procesadas, son iguales contextualmente a la hora de ser consumidas.

El daño colateral es serio y permanente, y no es porque en efecto la carne sea mala por si misma: es el proceso que lleva en su “fabricación” comercial que nos enferma y mata.

¿Qué tan segura es la carne que consumimos?